Nido Blando

Miserable

Javier Manente forma parte del elenco de “Los Miserables”, el musical más visto de todos los tiempos. Este joven actor y cantante neuquino, radicado en México, todas las noches se luce sobre el escenario del teatro más vanguardista de Latinoamérica.
lunes, 25 de marzo de 2019 · 14:40

Por María Marta Martínez

 

Javier recuerda que de niño deambulaba por la casa haciendo sonar todos los objetos a su alcance, cantando y bailando. También cuenta que “amaba los títeres y mi abuelo me hizo un retablo para hacer títeres y siempre inventaba historias”. Difícil era no notar su predisposición natural para las expresiones artísticas. A los 6 años, aprendía percusión, batería, patín y piano. A los 8 años, estudiaba Comedia Musical. A  los 15 ya había conseguido dos títulos de campeón nacional de patín artístico.

Tanto talento no tardaría en expandirse. En 2011, mientras cursaba el 5to año del secundario, Javier ganó una beca para un curso de verano (por 3 meses) en la Point Part University de Pittsburgh (Pensilvania, EEUU), para aprender danza. Estando allá, logró otra beca para quedarse a estudiar. Desde ese entonces, vivió 6 años en EEUU donde se perfeccionó en canto, teatro y danza e hizo casi toda su carrera profesional.

Hoy, tiene 25 años y es Licenciado en Arte Escénico. Participó en distintas obras de teatro en Estados Unidos y Argentina en las cuales fue un Príncipe, trabajador de fábrica, integrante de una banda de chicos cristianos, aspirante a cineasta. Actualmente, radicado en el DF (México) actúa todas las noches en el Teatro Telcel, interpretando 17 personajes de la obra “Los Miserables”, producida por Cameron Mackintosh, uno de los productores teatrales más influyente del mundo.

¿Cómo fue tener un protagónico en el Jorobado de Notre Dame (2017)?

Fue con Pittsburgh Musical Theater, que es una de las compañías más grandes de ahí. Yo hacía de Phoebus, el príncipe. Fue excelente. Teníamos un elenco como de 30 personas, un ensamble impresionante, y un coro de 50 artistas en el segundo piso del escenario. Todo era música en vivo, siempre, y la música del Jorobado, son las canciones de Disney... escuchar esa música, el coro detrás, mientras uno está cantando su canción, es impresionante.

Durante tus años en Pittsburgh, formaste parte de los elencos de obras como Newsies (Disney), Mamma Mía, Oklahoma! -en uno de los teatros más grandes de EEUU, el Benedum Center-. De todas esas obras ¿cuál fue la que más te gustó hacer?

Hice muchas cosas. “In the Heights” fue mi primera obra profesional y la hice dos veces; “Oklahoma!”, un clásico de Richard Rodgers y Oscar Hammerstein, “Rent”, “Altar Boyz”, ahora “Los Miserables”. Siempre me pasó que el musical que venía era mejor que el anterior, así que ahora el mejor es “Los Miserables”, en México, donde hago 17 personajes: desde un guardia de seguridad, un pobre trabajador de una fábrica que vende perfumes hasta un estudiante de la barricada.

¿Cómo se transitan 17 personajes en una sola obra?

Este espectáculo es un monstruo. Hay muchísima escenografía, vestuarios, hay más de 70 pelucas. Yo sólo, en las 3 horas que dura la obra, tengo 17 vestuarios y 23 cambios de 30 segundos. Mientras tanto, se está moviendo una torre que sale del escenario o se abren dos puertas de 5 metros. Es todo muy rápido y preciso. Ensayamos mucho entonces vamos muy preparados. Y después, al ser temporadas largas (dura un año) durante cada función vamos descubriendo los personajes, le vas encontrando matices. Yo siempre hago cosas diferentes para mantenerlos vivos.

¿Qué te pasa internamente cuando pisas el escenario frente a todo el auditorio?

Hay momentos en que me puedo fijar si el teatro está lleno, si alguien se está durmiendo (risas). A veces vemos gente en la primera fila de “Los Miserables” dormida, ¡y la entrada vale 3 mil pesos! Nos da risa. Pero siempre pienso en la gente que capaz no conoce esta historia o es la primera vez que va al teatro en su vida. Por eso en cada función yo le presto mi cuerpo y mis emociones al personaje y siempre doy el 100% de mí.  

¿Cuántas personas hay trabajando en cada función?

En Los Miserables somos unas 200 personas. 40 en el elenco, cada dos actores hay un vestuarista, más todos los de sonido, escenografía, taller de costura, acomodadores, directores, etc.

¿Y cómo es trabajar con tanta gente al mismo tiempo?

La obra está viva y puede ir cambiando pero la función siempre es espectacular. Tenemos directores residentes que mantienen la obra en forma. La directora residente la ve tres veces por semana. Tenemos un dance captain que marca todo lo que sean coreografías, peleas o movimientos. Y ellos van dejando la obra como estuvo en el estreno. Y en el elenco son todos re buena onda. Hay 4 chicos de Brasil, somos 4 argentinos, 2 españoles y el resto todos de México. Es el mejor elenco con el que trabajé.

¿Y un día de función, cómo es?

Generalmente me voy caminando al teatro, escuchando música. Me gusta llegar una hora y media antes de que arranque la función. Voy a mi camerino, tengo todas mis cosas, dibujitos y muñequitos que me hacen las fans. Me gusta estar ahí. Cuando se acerca la hora del show me gusta salir a saludar a todos los chicos del elenco. Doy unas vueltas. Me pongo el mic y toda la ropa interior que es una camiseta y una calza hasta la rodilla, después arriba de eso va el vestuario y después el micrófono que es un cablecito que me lo paso por el pelo. De ahí  voy a calentamiento vocal, pasamos por audio a checar el micrófono y una vez que me dan el “ok” paso al escenario y ahí me gusta chusmear a la gente antes de que arranque la función.

¿Recordás algún traspié en el escenario y como lo resolviste?

Siempre (risas). Una vez salí con una percha. Me la encontré en el medio de la escena y la metí dentro del saco. Hice toda la escena con la percha abajo del brazo. Otro día, me trajeron los zapatos de otro actor. Yo calzo 42 y el otro 39. Asique tenía los pies así (levanta la mano y cierra el puño con fuerza) y tuve que salir (risas). Pero igual esos problemas se reportan y se ajusta para la próxima. En todas las funciones pasa algo inesperado pero el público no se da cuenta salvo que sea algo técnico insalvable y ahí el stage manager hace el anuncio de un breve intervalo por problema técnicos y resuelven. Pero nunca falta nada en el escenario, ni utilería o vestuario porque eso se checa 4 veces por 4 personas diferentes.

¿Alguna vez reconociste en el público a alguna figura destacada?

Cuando hice Oklahoma! en 2013, la dirigió Patrick Cassidy. Su madre (Shirley Jones) fue la protagonista de la “Oklahoma” original en los `50 y ella hizo todos los musicales de Rodgers y Hammerstein. ¡Y vino al estreno! Fue muy lindo. Y ahora que hicimos Los Miserables vino Gerónimo Rauch (actor argentino), que hizo los Miserables en Londres y España. 

¿Qué es lo más sacrificado que tiene tu trabajo, en el cual se te exige al 100% en cada función?

Yo siento que no son sacrificios, con cosas que uno elige. Lo más difícil es estar lejos de mi familia y amigos pero bueno, tengo trabajo, es bueno y estoy haciendo lo que amo.

¿Qué cosas ansias reencontrar cuando venís de visita a Neuquén?

La comida ni hablar (risas), el asadito del domingo, las empanadas, la comida de mamá. Y claro, la familia, los amigos. Me encanta salir a dar una vuelta a la noche por Neuquén, por el río o el centro. El centro de Neuquén tiene algo que me tira mucho. Y después, siempre que vengo trato de hacer cosas, dar charla a artistas que recién empiezan.

¿Cuál es el mensaje que les das?

Que se puede, que es posible. Hay que trabajar duro, resignar algunas cosas, poner el cuerpo y la energía. No es una carrera fácil, tenés  que ir a clases, hacer audiciones donde de cada 100, 99 son un “no”. Pero un día hay un “sí”. Se puede.

Siendo un artista de proyección internacional, miembro en la Asociación de Actores de EEUU y hoy radicado en México, Javier asegura que: “Cuando digo que soy Argentino, todo el mundo me pregunta si soy de Buenos Aires y yo les digo orgulloso: `no, soy de la Patagonia, soy de Neuquén`”.

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