Detrás de los más de 120 muertos que dejó la Operación Contención, el más letal operativo policial de la historia contra el crimen organizado en Río de Janeiro, hay una guerra política entre el presidente de Brasil, Lula Da Silva, y el bolsonarismo representado por Claudio Cástro, gobernador de Río de Janeiro, que polariza las discusiones políticas y mediáticas. En estos debates sobran las opiniones que solo buscan exacerbar la polarización y faltan datos certeros que las sostengan. Cabe preguntarse, entonces, si esta disputa revela el tono que tendrá la campaña electoral para las presidenciales del año que viene.
El Operativo Contención en el contexto regional
Cástro ordenó el operativo con el objetivo de detener a uno de los líderes del Comando Vermelho (CV), Edgar Alves de Andrade, que no pudo ser alcanzado porque se escapó con la ayuda de su "ejército". De todos modos, el gobernador, a las pocas horas, calificó la operación como un "éxito" y solo habló de cuatro víctimas: los policías que murieron. El recuento oficial a estas horas ubica a las víctimas fatales en 121. Castro dejó en claro a quién quería poner del otro lado: "Río está sola en esta guerra", refiriéndose a Lula y a su gobierno. El debate sobre cómo abordar la agenda de seguridad pública ya estaba instalado. Criticó la falta de apoyo del gobierno federal. Y, pensando en Trump, definió a los miembros del CV como "narcoterroristas".
El contexto internacional y regional es el ideal para eso, y Castro y los gobernadores bolsonaristas que salieron a respaldarlo inmediatamente lo saben. Dos de ellos, Tarcísio, el de San Pablo, y Romeu Zema, el de Minas Gerais, buscan transformarse en el candidato que enfrentará a Lula. Donald Trump les dio el marco doctrinario: designó a los grandes grupos narcos de la región como organizaciones terroristas. Luego desplegó un inédito operativo militar en el Caribe y en el Pacífico para combatir a al Cartel de los Soles y a Maduro, a quien señalan como su jefe, y al Tren de Aragua. Para esto tomó recaudos e impuso una orden para que las fuerzas armadas realicen operaciones militares en territorio extranjero contra los ahora designados narcoterroristas. Ya son más de 40 los muertos que viajaban en "narcolanchas" atacadas por proyectiles estadounidenses.
América Latina es la región más letal del planeta, entre otras cosas, por el crimen organizado: su tasa de homicidios cuadruplica la media global. Por eso la magnitud del operativo y sus fatales resultados atravesó rápidamente las fronteras y se transformó en tema principal en la región. Desde México a Argentina, la seguridad pública es una preocupación muy presente y central para sus poblaciones y se instala en todas las campañas políticas. Ya está en Brasil y no estará ausente ni en la campaña presidencial de Chile, que vota el 16 de noviembre, ni en la que viene el año que viene en Colombia.
El otro gran inspirador de Castro es Bukele, el líder salvadoreño que, con una política pública tan eficaz como polémica borró a las pandillas de criminales que les hacían la vida imposible a los ciudadanos. Para resolverle ese problema central a millones de salvadoreños no dudó en violar el estado derecho. En medio de un estado de excepción que se encargó de perpetuar, Bukele ya fue reelecto con más del 80 por ciento de los votos y va por más. El debate entre los límites que el sistema democrático le pone a las políticas públicas contra el crimen organizado se transforman en una anécdota frente a la aplastante realidad de resolverles a millones de personas el atroz acoso de las bandas criminales.
El crimen organizado, tema clave de la agenda brasileña
Los números de las encuestas conocidas pocas horas después de la operación militar en Río sostienen esto. En todo Brasil marcan apoyo a la decisión tomada por Castro. En Río ese número crece y en las favelas es abrumadora la mayoría de sus habitantes que quiere que el Estado termine con las bandas criminales a como dé lugar.
La primera reacción de Lula fue la de confrontar, con Castro y con todo el bolsonarismo. El ministro de Justicia, Ricardo Lewandowski, dijo que Lula estaba "aterrado" por los muertos y "sorprendido" porque Castro nunca le avisó. El gobierno federal cuestionó directamente la legalidad del operativo. Sin embargo, a las pocas horas, Lula percibió el clima de apoyo a la intervención policial de Castro y salió a criticar al crimen organizado y a hablar de coordinar lo que viene con el gobernador. Lula también mira las encuestas.
El presidente venía de una reunión importante con Trump, con quien recompuso la relación luego de meses tumultuosos. Además, viene creciendo en las encuestas, lo que lo llevó a anunciar que irá por un cuarto mandato. Demasiadas malas noticias para el bolsonarismo que con el operativo en Río cambió la agenda política obligando a Lula a hablar de algo que lo incomoda a él y a la mayoría de los progresismos latinoamericanos: la seguridad pública.
El operativo disparó la contienda electoral
Ahora vendrán las investigaciones sobre la legalidad de la operación militar y sobre las circunstancias en las que murieron decenas de personas. Pero más allá de lo que pase con eso, el debate sobre la seguridad pública será uno de los grandes temas de la campaña electoral para 2026. La sangrienta operación policial dejó a un Castro intentando posicionarse en el bolsonarismo que todavía no eligió candidato y a un Lula que deberá encontrar rápido propuestas sólidas alternativas al uso de la violencia para combatir al crimen organizado que gobierna la vida de alrededor de 50 millones de brasileños.