El Gobierno nacional atraviesa un nuevo reordenamiento interno tras la salida de Guillermo Francos de la Jefatura de Gabinete, un movimiento que refuerza el control del círculo más cercano al presidente Javier Milei. En su lugar asumió Manuel Adorni, quien hasta ahora se desempeñaba como vocero presidencial, acompañado por su segundo, Javier Lanari, que ocupará la Secretaría de Comunicación.
La renuncia de Francos no fue una sorpresa dentro del oficialismo. Su figura se había ido debilitando en los últimos meses, especialmente después de quedar en medio de las tensiones entre Karina Milei y Santiago Caputo, las dos personas con mayor influencia sobre el Presidente. Aunque Francos fue clave en la primera etapa de la gestión por su rol de articulador con gobernadores y legisladores, su margen de acción se fue reduciendo hasta volverse simbólico.
Fuentes cercanas a la Casa Rosada reconocen que Francos ya no tenía acceso fluido al Presidente y que, en varias oportunidades, sus acuerdos políticos quedaban desautorizados por decisiones tomadas directamente desde el entorno de Milei. En ese contexto, su continuidad se volvió insostenible.
La salida del funcionario también implicó la renuncia de su mano derecha, el ministro del Interior Lisandro Catalán, completando así un cambio de piezas que fortalece la posición de Karina Milei, cada vez más involucrada en la toma de decisiones del Gobierno.
Con la llegada de Adorni, la Jefatura de Gabinete pasa a ser un área bajo la órbita directa del círculo íntimo presidencial. Además, la promoción de Lanari asegura la continuidad del esquema comunicacional que ha caracterizado a la gestión libertaria, con una fuerte centralización del mensaje y control de la narrativa oficial.
Mientras tanto, Santiago Caputo se encamina a asumir un rol más visible. En los despachos oficiales se da por hecho que encabezará un superministerio político, desde donde oficiará de interlocutor con los gobernadores y el Congreso. Su tarea será clave para avanzar con el paquete de reformas estructurales que impulsa Milei —laboral, tributaria y del Código Penal— y que cuentan con el respaldo del Fondo Monetario Internacional y del gobierno de Donald Trump.
En paralelo, los mandatarios provinciales y el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, analizan cómo pararse frente al nuevo escenario político. Si bien reconocen las urgencias del Presidente, también buscan aprovechar el momento para reclamar obras públicas paralizadas y mayores fondos para las provincias, temas que quedaron congelados en la primera etapa de la gestión.
El interrogante que se abre es si el tono más conciliador que Milei mostró tras su victoria electoral se mantendrá cuando lleguen los debates en el Congreso. En los próximos meses se pondrá a prueba si el oficialismo está dispuesto a negociar o si volverá a imponerse la intransigencia que marcó los inicios del Gobierno libertario.