El simple hecho de que a alguien le pidan “salir de garante”, genera dudas y temores que por lo general conducen a hacerse el distraído o a buscar excusas para esquivar el compromiso.
Es comprensible, ya que el garante puede terminar pagando de su bolsillo los incumplimientos de la persona en la que confió.
Eso le pasó a una mujer que salió de garante en el contrato de alquiler de una “amiga” que no pagó. Pero tras haber realizado el pago, la demandó y logró que la Justicia condenara a la morosa.
Ahora la “amiga” (e inquilina morosa) tendrá que pagarle 56.440 pesos más intereses, por el daño moral que el causó.
La “amiga” -en realidad, ex amiga- se había mudado a una vivienda del barrio Rincón Lindo de Cipolletti pero dejó de pagar. La propietaria promovió una demanda de desalojo y gestiones judiciales para cobrar la deuda.
La garante tuvo que recurrir a un estudio de abogados, tomar un préstamo personal y solicitar una ayuda económica en el lugar donde trabajaba para cancelar ese préstamo por los elevados intereses.
Después inició la demanda contra la “amiga” en el Juzgado Civil 1 de esa ciudad, a cargo del juez Diego De Vergilio.
“El incumplimiento de la demandada, tal como abonaron ciertos testigos, le causó preocupaciones graves, molestias en sus sentimientos e incluso conllevó a la ruptura de la propia relación de amistad que mantenía con la Sra.”, dijo el juez en su sentencia.