La sesión de este jueves en la Legislatura rionegrina arrancó como cualquier otra, pero enseguida se puso en pausa. No por una interna política ni por un homenaje, sino por una causa que atraviesa el corazón productivo de la provincia: el futuro incierto del INTA.
Con la sala casi llena, el vicegobernador Pedro Pesatti, junto a los jefes de todos los bloques, abrieron un cuarto intermedio para recibir al personal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria del Valle Inferior, que vino a contar, sin rodeos, lo mal que la están pasando. El director de esa sede, Germán Cariac, no se anduvo con vueltas: "Estamos frente a un recorte que amenaza con paralizar nuestro trabajo. Si esto sigue así, no sé cuánto más vamos a poder sostener lo que hacemos”.
El INTA en Río Negro tiene tres estaciones experimentales, en Bariloche, Alto Valle y Valle Inferior, y una red de 12 agencias de extensión rural que llegan a cada rincón de la provincia. Ahí donde hay productores chicos, medianos o grandes, está el INTA. Donde se necesitan herramientas, asesoramiento, investigación o una mano amiga para mejorar la producción, ahí también está el INTA.
Pero ahora, todo eso está en riesgo. El ajuste que viene desde Nación pone en jaque no solo a sus trabajadores, sino también al desarrollo agropecuario, a la innovación y al arraigo de cientos de familias rurales. “Si nos cortan el apoyo técnico y científico, nos dejan solos. Y solos, no hay campo que aguante”, resumió uno de los agentes presentes.
La Legislatura escuchó y no se quedó de brazos cruzados. Al final de la reunión, los legisladores de todos los colores políticos coincidieron en algo poco habitual: redactar un comunicado conjunto, dirigido al Gobierno nacional, en defensa del INTA y de lo que representa para Río Negro.
“Esto no es un reclamo gremial ni una cuestión de presupuesto. Es una alarma territorial. Si apagan el INTA, apagan parte del interior productivo del país”, dijeron desde un bloque.