El fast fashion junto con la crisis económica de la industria viene haciendo estragos. La ropa está carísima, la mayoría carece de calidad y por ende durabilidad. Muchas marcas de moda, para poder seguir en el juego, diseñan con textiles de bajo costo para abaratar su producción y amplifican sus colecciones con compañas y mensajes ecológicos o espirituales solo para la tribuna.
Es por eso que vale poner el ojo más allá de los estilismos instagrameros y evaluar cada prenda no solo por el mundo aspiracional al que pretende que lleguemos sino por su verdadera composición y los valores que representa. ¿Lo habías pensado?
Moda consciente
Al igual que sucede con los alimentos y sus ingredientes, en donde es fundamental leer su etiquetado para saber si lo que nos llevamos a la boca es un alimento nutritivo o un simple comestible con decenas de ingredientes de laboratorio que no podemos pronunciar, en la ropa pasa igual.
Hoy, que la venta on line es cada vez más frecuente y que pasear por los percheros tocando las prendas, sintiendo la calidad, valorando la moldería, o probándonos el calce está siendo más espaciado, es importante mirar las etiquetas internas de la ropa para saber con qué está hecha y cuánto de eso que tiene es lo que verdaderamente estamos pagando. Un ejercicio saludable no solo para nuestro bolsillo sino también para el medio ambiente.
Compras inteligentes
Seguramente más de una vez has cortado las etiquetas blancas del interior de alguna remera porque te rozan la piel, pican, son largas o se traslucen. Al hacerlo estas descartando información valiosa de dónde fue confeccionada, los cuidados que se deben tomar al lavarla y lo más importante, la composición: porcentajes de textiles con los que ha sido creada y que revelan el verdadero secreto de su hechura. ¿Será por eso que algunas son tan incómodas?
En las etiquetas, esas que no ves a simple vista, está la información que, por ley, deben cumplir las marcas (impuestos, regulaciones, domicilios fiscales, los textiles de su confección etc.), y ahí es donde tenemos que poner el foco.
Porque no es lo mismo que una marca promocione en su colección una línea de lana para fundirse en un estado de calma, y después cuelgue suéteres cuya composición sea 100% poliéster, y que de lana tenga solo el nombre ¿no? Y así pasa con varios ítems. Por ejemplo, pagar un abrigo una suma exagerada pensando que nos va proteger del frío cuando su composición es enteramente de acrílico o poliéster es, por lo menos, un engaño; o creer que compramos prendas más sustentables al no usar cuero y su reemplazo es derivado del petróleo, otro tanto.
No es lo mismo que una marca promocione en su colección una línea de lana para fundirse en un estado de calma, y después cuelgue suéteres cuya composición sea 100% poliéster.
Pensemos ahora en la ropa de bebés: cuidamos su piel de alergias, lavamos su ropita aparte, la planchamos para matarle cualquier bichito y muchas veces sin querer caemos en la trampa de telas sintéticas que les pueden provocar alergias o dermatitis. Y pensar que nos la habían vendido como algodón pima… claro, de eso su etiqueta decía que tenía solo un 30%.
Estilo sostenible
Estamos en un momento bisagra, y eso también abarca el vestir. Ya lo hemos dicho, la industria textil es la segunda más contaminante en el mundo y es clave pensar y repensar nuestras costumbres de consumo para evitar el uso de millones de litros de agua, la degradación de la tierra y el trabajo precarizado de talleres textiles en el otro lado del mundo.
¿Qué hacer entonces? Salir del modo de compra compulsiva, evaluar la prenda, leer etiquetas, exigir a las tiendas virtuales la información sobre la composición de cada pieza para evitar chascos, pensar su vida útil, comparar y poner en la balanza precio-calidad.
Con todo eso creá tu estilo, alimentalo. Hacé valer las confecciones hechas a mano, elegí más fibras naturales y no te olvides de darle una chance a la moda circular en los showrooms de ropa de segunda mano. Allí hay grandes joyitas del vestir esperando una nueva historia. Tus finanzas, mi ciela, agradecidas.