Silvina tiene una despensa en el barrio San Lorenzo, en pleno corazón del oeste neuquino. Y tiene miedo, igual que un centenar de vecinos en 10 cuadras a la redonda, víctimas de los delitos cometidos por este adolescente de 17 años. Ella, además, prepara viandas y ese es el sustento que tiene para vivir. Su casa está distante a 200 metros de lo que era la morada de “Martincito”, incendiada este mediodía y hace un par de horas, demolida por completo por los mismos protagonistas de la pueblada.
El siguiente es parte del “calvario” que viven a diario:
“Yo entiendo que la Policía recibe órdenes, nos responde a los vecinos que no puede hacer nada. Creo que como ciudadanos hemos actuado bien, hemos hecho las denuncias correspondientes. Pero pido que esto llegue a la fiscal o el fiscal que está interviniendo, alguien tiene que actuar, alguien tiene que hacerse cargo, no puede ser que nos dejen a la deriva. Yo tengo una pequeña despensa, me la destrozaron y nadie me ayuda a levantar nada. En la casa de esta gente que roba está la Policía día y noche, pero los vecinos no tenemos a nadie que nos defienda. No tenemos ni un rondín. Acá no apareció nadie, ni un fiscal, ni un funcionario, nadie. Estamos a la deriva”.
El ataque a la despensa de Silvina fue lo que hartó a los vecinos y desató la pueblada que comenzó el jueves alrededor de las 13 horas, siguió a la noche y se extendió hasta las 4 de la madrugada de este viernes. Desde entonces, diferentes vecinos se hicieron eco y dieron su testimonio. Muchos filmaron y transmitieron en vivo los incidentes. La noticia tuvo tal repercusión, que “Martincito” fue tendencia en las redes sociales. Sin embargo, desde el Estado nadie se hizo presente, ni desde el Poder Ejecutivo ni desde el Poder Judicial. Lo único que trascendió es que, por seguridad del menor de edad, fue trasladado a un refugio, junto a su hermana y su mamá.
“Sólo pedimos justicia, no entendemos, esto es al revés. Lo cuidan a este pibe que se cansó de robarnos y destrozarnos todo, en 10 cuadras a la redonda de donde vive. Es gravísimo”, relató uno de los vecinos convocados por estas horas, en las calles del barrio, en una tensa calma que nadie asegura que se mantenga durante la noche.
Otro vecino denunció que en la casa de “Martincito” funcionaba un aguantadero, vendían droga y todos lo sabían. El anonimato fue el común denominador para hablar con los periodistas porque se sienten solos y tienen miedo. “Hay días que no se puede dormir de noche, son horas eternas. La Policía dice que no puede hacer nada, lo meten dos horas en la comisaría y luego salen. Siempre estuvo esta familia en el barrio. “Pero nos cansamos, no queremos que vuelvan más al barrio, no se qué harán con él pero acá no lo queremos”, aseguró el hombre.
Mirá el video de los destrozos en la despensa de Silvina, el jueves al mediodía: