Nadie puede negar que el automovilismo es un deporte en el que prevalece la tecnología. Pero, en este caso, la adrenalina que le puso el “navegante” de este binomio, supera cualquier análisis.
Se estaba disputando la segunda y última etapa del Rally de Junín de los Andes cuando, hasta para deleite hasta de una pareja de teros en el medio del camino, apareció un auto que había sufrido un desperfecto el acelerador (al parecer se le cortó el cable) con uno de los tripulantes sentado en sobre un guardabarros, accionando manualmente el sistema de aceleración.
Según se supo después, el protagonista de la arriesgada maniobra fue Gustavo Rojas, el piloto local. Fue excluido de la competencia, y se queda sin pelear el campeonato de la categoría A5.
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