Los héroes no mueren nunca. Son dueños de una era eterna. Su vigencia se perpetúa a pesar del tiempo. El 25 de noviembre no es un día más para los argentinos ni para los amantes del fútbol de todo el mundo. Aquel miércoles de 2020 fallecía Diego Armando Maradona, el D10S del fútbol.
Pasaron cuatro años de su muerte y Maradona sigue generando infinitas emociones cuando lo recordamos dejando ingleses desparramados en el césped del Estadio Azteca o escuchando algunas sus declaraciones más emblemáticas, desde aquel “cebollita” de 10 años que soñaba jugar en primera división y ganar un mundial hasta “Me cortaron las piernas”.
Su figura trascendió las canchas, se convirtió en leyenda, que crece de generación en generación, en un símbolo cultural de la historia argentina.
Maradona es universal, sólo basta con mirar ese mural que un artista pintó en las paredes destruidas por la guerra en un hogar en Siria. Con un colega siempre que nos encontramos no hay un momento de la conversación en el que no terminamos hablando del 10. Crecimos con ese 10 porque como dijo Pablo Aimar, actual integrante del cuerpo técnico de La Scaloneta, "para nosotros era como un superhéroe, preferíamos ser Maradona a ser Batman, Supermán o Spiderman”.
“El más humano de los Dioses”, según el genial escritor uruguayo Eduardo Galeano, con aciertos como cuando de tiro libre la clavaba en el ángulo y equivocaciones pero sin manchar la pelota.
Maradona está siempre en nuestra vida. Uno se tienta al pensar cómo hubiera sido nuestra vida sin Maradona.
Es que su trayectoria deportiva, sus logros y fracasos nos transporta a momentos, recuerdos, lugares por los que transitamos nuestra vida. Maradona fue el que cumplió nuestros sueños. Maradona es el capitán de nuestros días más felices.