Cinco días después del regreso a las aulas tras las vacaciones de fin de año, los gobiernos europeos ya debaten si es posible mantener la presencialidad con la amenaza circulando de la variante Ómicron.
Los niños y adolescentes volvieron el lunes, en casi toda Europa, sometidos a rastreos, pruebas y aislamientos. Sin embargo, desde los establecimientos educativos sostienen que “esta situación se presenta como insostenible”.
En Francia el jueves, hubo 47.453 casos positivos entre estudiantes y 5.631 entre adultos: maestros, supervisores, personal auxiliar o funcionarios de comedores. Según información del área de Salud, habría alrededor de 75.000 estudiantes y 3.000 adultos aislados. En total, 9.202 clases están cerradas.
En Inglaterra se encaró el regreso a clase con la introducción de la obligatoriedad del uso de mascarillas a los alumnos de secundaria y dando prioridad a las clases presenciales y acceso online a aquellos aislados por la covid-19.
En Alemania la recomendación general es el uso de tapabocas en los establecimientos educativos, como una “necesidad absoluta” En Berlín, donde se iniciaron las clases el lunes, los alumnos se someten a pruebas diarias durante la primera semana. Después, cada niño en edad escolar se someterá a tres pruebas semanales.
En Italia el principio es la presencialidad. Desde Roma, el subsecretario de Salud, repite que “se ha hecho una evaluación cuidadosa, con una comparación larga, se ha elaborado una serie de pautas que permitirán que la escuela se reanude de manera segura. Con máscaras, distanciamiento y cuarentena las autoridades piensan que la situación estará bajo control.
En los países nórdicos Suecia considera innecesario el testeo masivo, pero Noruega y Dinamarca, si lo aconsejan. La Agencia de Salud Pública considera que se trata de una medida poco efectiva y solo recomiendan las pruebas en caso de sospechas o síntomas.