Irak, como muchos países en el mundo, está sufriendo una sequía de gran relevancia, que ha puesto en jaque a 3.000 kilómetros cuadrados de humedales meridionales. La zona más afectada es la del sur del país, producto de la escasez de agua que transportan los ríos Tigris y Éufrates en la zona.
Según funcionarios locales, más allá del problema medioambiental de escasez de agua que afecta a buena parte del mundo, hay responsabilidad de dos países vecinos en la crisis hídrica iraquí. En primer lugar, se apunta a Turquía, el vecino del norte.
Buena parte de los recursos hídricos que llegan a Irak, provienen del norte, de Turquía. Existen cuestionamientos sobre el gobierno turco, al que se acusa de hacer un uso político de las presas locales, que son las que permiten (o no) el paso de agua desde Turquía hacia Irak. Asimismo, se denuncia un uso excesivo de agua en la zona norte del propio Irak, que se quedaría con buena parte del recurso, ya mermado, que llega desde Turquía.
Por otro lado, también se apunta al régimen iraní, su vecino del este. En este caso, el cuestionamiento es que el gobierno realiza canales clandestinos que toman el agua de los ríos mencionados, y la desvían hacia su territorio, impidiendo la llegada de agua a Irak.
Pero hay otro conflicto más, y es puramente local. Organizaciones ambientalistas, que buscan evidenciar esta dificultad hídrica, denunciaron el hostigamiento de sus representantes por parte de las autoridades iraquíes. La organización Human Rights Watch ha señalado que activistas "se enfrentan a amenazas, hostigamiento y detención arbitraria por parte de funcionarios gubernamentales y grupos armados".
Meses atrás, estas sequías permitieron ver una ciudad de 3.400 años, aparentemente del Imperio Mittani, que emergió por la falta de agua en los ríos.