Cada vez más historias como la de Javier hay en casi todas las ciudades del país. El hombre es de San Martín, Provincia de Buenos Aires, su "casa" son las calles porteñas. La pandemia y consigo el aislamiento social preventivo y obligatorio dejó a la luz la cruda realidad de muchos argentinos.
La cuarentena que comenzó el pasado 20 de marzo dejó a Javier sin trabajo los primeros días del confinamiento. No pudo pagar más su alquiler y con un pequeño bolso y sus ahorros buscó refugio en la estación Malaver, del ferrocarril Mitre. Allí le robaron lo poco que tenía que iban a estar destinados a una bicicleta para poder trabajar haciendo delivery. En busca de un plato caliente de comida acudió a la olla popular del barrio San Andrés en el centro vecinal "Leonardo Favio", y allí le contó su historia a los organizadores, a los organizadores, Nahuel y Lorena.
"El quería comprar una bicicleta y un celular para desempeñarse como repartidor en algunas de las aplicaciones vigentes", sostuvo Nahuel a un medio local.
Javier había dejado sus pertenencias por unos minutos para dirigirse a un local a unas cuadras y poder calentar la vianda que le habían entregado en la olla popular. Tardó menos de cinco minutos, al volver, le habían robado su colchón y el dinero. Nuevamente la vida de Javier se derrumbó en un instante. "Todo esto es nuevo porque no está acostumbrado a vivir en la calle, y cayó en la crudeza que implica vivir en esa situación, y lo más duro de ello no sólo son las noches de frío extremo, sino también la indiferencia", agregó Nahuel.
Vecinos junto a los voluntarios pusieron en marcha una cruzada solidaria: "Al reconocer la historia de este muchacho nos impactó más porque caímos en la realidad de que no estamos exentos de lo que está pasando con él. Esa noche que lo conocí no pude dormir".