Justina Endara tiene 21 años, es de Calafate y tiene autismo. En el 2020, su condición empeoró a modo tal que empezó con conductas autolesivas y a lastimar a terceros de forma involuntaria. Desde principio de junio, está internada en un centro de salud mental atada, esposada y con una prohibición de acercamiento de la familia. Este jueves, y sin consentimiento de sus padres, la paciente fue derivada a Río Gallegos. Desde entonces, sus allegados no saben dónde está.
Según indicó su mamá Marina De Vicenzi a MejorInformado, el jueves fueron a llevarle la cena a su hija y allí se dieron cuenta de que no estaban. En el establecimiento, se enteraron que se retiró en horas de la tarde tras una audiencia que tuvieron a solas con Justina: "No sabemos dónde está, en qué estado está".
Según pudieron recopilar, Justina se retiró de donde la llevaron a las 10 de la mañana del viernes y no volvió al hospital pese a no tener el alta médica: “No hay nada en el expediente más que la cédula que dice que va a la pericia. La pericia la cumplió, el resto se desconoce. Por eso estamos desesperados y la estamos buscando”, amplió para AhoraCalafate y afirmó que su hija está "desaparecida".
La restricción entre Justina y sus padres se debe a que el cuerpo médico consideró que la joven se alteraba sólo cuando estaba en el ámbito familiar. "Tiene alteraciones en el supermercado, con las cuidadoras, en la escuela, en el transporte público, al auto de su defensor le rompió el vidrio. Estos episodios los tiene en todos lados: mienten en el informe", sostuvo su mamá. Como la Ley de Salud Mental establece que los pacientes pueden tener visitas del tipo espiritual, una familia evangelista amiga de De Vicenzi empezó a actuar de nexo entre ambas partes.
El 19 de agosto, la fundación del Alto Valle Faro Patagonia inició una campaña sobre Justina, ya que donde estaba internada la trataban como a un paciente psiquiátrico y no como a una chica con autismo: "¿Qué pasa cuando el Sistema de Salud no entiende de autismo? Hay chicas de 21 años como Justina que está atada, esposada y sola en Calafate", sostuvo el referente de la institución, Gastón D'Angelo.
La familia de Justina desde hace años viene trabajando para llevar a su hija a un centro que la trate de forma integral y por gente especializada. Sin embargo, por cuestiones burocráticas ajenas al estado de salud de la chica, quedó relegada a sufrir las ineficiencias de un sistema ajeno a su condición."La ley de Salud Mental dice que el paciente tiene derecho a tener contacto con familiares o con alguna persona de sus afectos. Hoy está no sabemos dónde ni en manos de quién: ¡Es un abandono del Estado!", culminó su mamá.