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Jueves 24 de Abril, Neuquén, Argentina
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Un tiro en la nuca, por una planta de marihuana

El pibe vendía drogas. Tenía 24 años. Lo ajusticiaron unos competidores. Fue en la madrugada, en su propia casa.
Jueves, 30 de abril de 2020 a las 15:40

El crimen no paga, dice un viejo dicho. Mucho menos si es entre “perejiles”, como se denomina en la jerga de los prontuarios a los criminales de vuelo bajo y poca monta. Algo de esto habrá aprendido, inútilmente, en sus últimos segundos de vida, Ian Weber, un pibe de 24 años que vivía en el barrio Aeropuerto de La Plata.

 Ian estaba con dos amigos en su casa, en la calle 91 entre 12 y 13. Pasadas las 2 de la mañana, los tres sintieron un golpe fuerte, y vieron irrumpir en la casa a cuatro encapuchados, armados y vociferantes.

No hubo explicaciones ni mayores amenazas. Directamente enfocaron a Ian, y uno de ellos le apuntó de atrás y le disparó a la cabeza. El balazo entró por la nuca. La cabeza del chico explotó como una sandía. Murió en el acto.

Los amigos de Ian, de 19 y 20 años, quedaron paralizados. Desde un rincón del cuarto, vieron como los encapuchados tomaban a las apuradas las ropas que había tiradas arriba de la cama. Después, les ordenaron desvestirse, y se llevaron sus ropas también. Se fueron tras mascullar algo así como “ahora no vas a robar más plantitas, turro”.

Los pibes rompieron la inmovilidad y uno manoteó el teléfono que había quedado, inadvertido, en un rincón sobre una mesita. Llamó al 911 enseguida. La policía andaba cerca, patrullando el barrio. El poco tránsito de la cuarentena ayudó para que localizaran enseguida a los prófugos, que se iban en dos motos.

La persecución fue por la calle 141, y no tuvo éxito. Una de las motos, una Honda Tornado negra y roja que tenía pedido de secuestro por robo, fue encontrada abandonada en la zona de la desaparición de los fugitivos.

Los pibes, vivos, aterrados y todavía temblando tras ver al amigo morir ejecutado, admitieron que Ian se dedicaba a la venta de drogas. Un minorista, un dealer. Dijeron que creyeron reconocer las voces de dos de los atacantes. Los identificaron como quienes hacía días que amenazaban a Ian. Lo acusaban de haberles robado una planta de marihuana.

“Vas a ser boleta”, le habían dicho.

Este jueves, en las tempranas horas de la madrugada, cumplieron su amenaza. Ian Weber tuvo la evidencia de que el crimen no paga. A sus 24 años, terminó una vida corta y frustrante, en tiempos apocalípticos de pandemias y virus, con la humanidad mirando para otro lado.

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