25 horas tarda un micro en llegar desde Tucumán hacia Neuquén. Con sus bolsos en mano y una mochila llena de sueños, un grupo de jóvenes tucumanos llegó a Cipolletti para obtener un trabajo digno en la producción de cerezas y manzanas. La última imagen que tenían de la región era, notablemente, promisoria y tenían los mejores recuerdos, sin embargo el golpe a la ilusión llegó en un lugar donde se hacen común los finales felices: la terminal de ómnibus. Allí,en ese lugar, recibieron la noticia de que no iban a ser contratados y en ese momento comenzó el periplo. 5 días sin comer y sin bañarse. Sin dinero y con todos los contratiempos a cuestas. Un contingente de tucumanos, alrededor de 200 chicos, se toparon con un destino adverso y sombrío en plena Patagonia.
"Quedamos en la calle y no tuvimos otra alternativa que dormir en la terminal de Neuquén y luego en la de Cipolletti. No nos quisieron emplear porque,según el dueño de la chacra, no había fruta. Desde el jueves a la noche que estoy sin respuestas, pero gracias a mis papás, puedo retornar a Tucumán", narró Jonathan, uno de los tantos jóvenes frustrados por este episodio.
Cinco Saltos, Senillosa, Villa Regina y Cipolletti son los puntos donde, mayormente, arriban los trabajadores golondrinas a realizar sus labores diarias. Sin embargo, esta vez tuvieron que rebuscarselas para que los días pasen rápido y retornar al Jardín de la República. La angustia, las llamadas telefónicas constantes y la preocupación eran moneda corriente por estas horas, hasta que pudieron juntar el poco dinero que tenían para volver a su provincia.
"Allá (por Tucumán) tendremos que pelearle a la vida porque si bajamos los brazos quedaremos mal", lamentó uno de ellos.