Aunque su legado es profundamente espiritual, el Papa Francisco también se llevó a la tumba un secreto bien argentino. En sus últimos días, el Sumo Pontífice dejó un mensaje inesperado, dirigido nada menos que a la gran diva de los almuerzos, Mirtha Legrand.
El episodio ocurrió durante una visita del Papa a un evento cultural y solidario en el Vaticano. Allí, rodeado de cámaras, representantes de fundaciones y figuras de todo el mundo, el Papa hizo una pausa. No para rezar. No para un acto litúrgico. Sino para entregar un mensaje a Mirtha Legrand. En secreto.
El diálogo se lo dijo a la cocinera del programa de la diva, Jimena Monteverde, quien se encontraba en el evento solidario cocinando para los más necesitados. Quienes estaban allí no podían creerlo. El hombre que predicó sobre el cuidado del planeta, que habló con líderes mundiales y que impulsó cambios profundos en la Iglesia, guardaba un tiempo en su rutina papal para ver los almuerzos de Mirtha.
La escena parece sacada de un guion de película: una cocinera argentina se encuentra con el Papa en Roma. Él la toma de la mano, sonríe pícaramente, y le susurra un pedido inusual a Monteverde: “Decile a Mirtha que la veo todos los fines de semana. Pero decíselo en secreto.”
¿Una bendición mediática? ¿Un tributo silencioso al show de más historia de la televisión argentina? Sea como sea, el gesto confirma lo que ya sospechábamos: el Papa tenía alma de argentino hasta en los detalles.
El lado más humano del Papa argentino
Francisco siempre fue distinto. Desde su elección en 2013, rompió con los moldes tradicionales: vivía en un departamento, se movilizaba sin ostentación y usaba su lengua materna –el lunfardo, muchas veces– para acercarse a la gente.
Y en este gesto hacia Mirtha, hay más que una simple anécdota: hay una señal del tipo de líder que fue. Un hombre que nunca perdió su raíz, ni siquiera cuando ocupaba el trono más alto del Vaticano.
Mientras el mundo entero despide a Jorge Mario Bergoglio, hay un rincón de la televisión argentina donde una sonrisa se escapa en silencio. Quizás Mirtha no lo diga al aire. O quizás sí. Porque si algo entendió el Papa, es que en Argentina, los secretos también se cuentan con rating.