Hace una semana se abrieron las compuertas del Canal Principal de Riego en el Dique Ingeniero Ballester, y a medida que fue subiendo el pelo de agua, se habilitó el resto del sistema de riego y drenaje del Alto Valle, una obra magnífica de un siglo de vida, hecha a pico y pala y ¡sin nivel laser! que le da vida a casi 60 mil hectáreas desde Barda del Medio hasta Chichinales.
Pero así como avanza el agua para darle vida al Alto Valle, también lo hace sobre la enorme cantidad de basura que hay en los distintos canales de riego. Si bien la tarea de limpieza, como la del mantenimiento del sistema está en manos de los consorcios de regantes desde la privatización de Agua y Energía, es poco lo que pueden hacer.
Como todo sistema de 100 años de vida, los canales necesitan cada vez mayor mantenimiento para lograr que cumplan su función de regar por gravedad sin ningún método de bombeo. Pero los consorcios son los eternos damnificados, porque trabajan a pérdida. Las horas máquina, el gas oil, con el pago del canon que pagan los chacareros sólo se logran cubrir los sueldos.
Sin dinero para invertir, tampoco lo hay para limpiar. A esto se suma que la gente no cuida el sistema de riego y los canales, durante todo el invierno, se convierten en basureros a cielo abierto. Desde envases vacíos de cualquier producto, restos de poda, animales muertos y hasta autopartes de autos o motos. Todo va a parar adentro del canal y el agua avanza sobre ellos.
Ayer, el personal del Consorcio de Riego de Roca trabajó en cada una de las compuertas con palas y ganchos para sacar lo más grueso de la basura y permitir que todo el canal logre el nivel necesario para que cada productor pueda tener agua en su chacra, ya sea para riego o para la lucha contra las heladas, cuando sea necesario.