Un vecino que compró un 0Km en una agencia de Cipolletti logró vencer “al sistema” (las tardanzas se repiten en todo el país) e hizo que lo indemnizaran por la demora en la entrega. Primero montó una estrategia que incluyó protestas con pancartas y así logró que le entregaran el auto. Ahora, consiguió una indemnización judicial.
Precisamente desde la Justicia rionegrina se informó que el cliente realizó la compra a través de un modelo de negocios llamado “llave contra llave”. Con todas las ilusiones a cuestas se presentó en Armonique Motors S.A y eligió un lustroso Peugeot 208 Active 1.6 que estaba en exhibición.
El vendedor (amable como obliga el manual) le prometió que, en dos semanas, le entregarían el coche a cambio de su Citroen C3, más los gastos administrativos y un saldo que el cliente pensaba financiar en 36 cuotas. Así que dejó el usado, pagó y se dispuso a espera que pasaran esos 15 días de los que habló el amable.
Pasaron los 15 días, el amable no cumplió la palabra empeñada y, entre indignado y ocurrente, el cliente desplegó su estrategia.
Desde la Justicia contaron que, tras enviar cartas documento, “montó una protesta con pancartas y les pidió a sus familiares que se movilizaran”. Se instaló en la puerta de la agencia y consiguió que lo atendiera el gerente. Fue así que ese mismo mes (ya habían pasado poco menos de cuatro meses desde que había dejado el C3) le adjudicaron el auto.
Luego en el juicio probó que había tenido que gastar en taxis y hasta en fletes para su actividad comercial. La concesionaria, en su defensa, sostuvo que el cliente entregó el Citroen C3 por decisión propia, negó que le hubieran prometido el Peugeot que estaba en exhibición y argumentó la demora en las trabas a las importaciones y las consecuencias de la pandemia. Así y todo, se constató que hubo un incumplimiento a la ley de Defensa del Consumidor.