A fines de 2021, este periodista publicó una serie de capítulos con una historia real, la del hombre identificado como "L", un padre que paseaba su angustia ante quien quisiera escucharlo, impedido de que sus hijos lo visitaran y lo vieran, impedido de moverse libremente, con una tobillera electrónica adosada como una parte más de su organismo a una pierna, por decisión judicial y celosa vigilancia policial, todo promovido por diversas denuncias asentada por la ex pareja, quien era, entonces, funcionaria del gobierno provincial neuquino.
Este viernes, 23 de junio de 2023, casi dos años después de aquellos días y aquellas publicaciones, "L" volvió a comunicarse con quien esto escribe. Sin tobillera ya. Con lo que describió como "un giro de 180 grados" en su causa.
"La justicia finalmente dispuso que se me retire la tobillera, y no haya lugar a ningún tipo de denuncias de parte de la madre, ya que probaron que eran falsas", dijo "L", aclarando que lo contaba para "cerrar" esos capítulos escritos hace tanto tiempo. El cierre ostentaba una fotografía y un vídeo, mostrando aquella tobillera de la ignominia, y el momento en que un oficial de la justicia procedía a retirarla de su pierna. El sistema de monitoreo permanente de sus movimientos se dio por finalizado.
"La falta de capacitación y el nulo poder de investigación hacen que personas inocentes puedan terminar presas", dice ahora "L", aliviado pero consciente de que los problemas no terminan, ni terminarán así como así esos mecanismos absurdamente automáticos aplicados por la Justicia actual, que da por cierto cualquier hecho si la denunciante es mujer, y madre, y el denunciado es hombre, y padre.
Según su relato, y tal como publicara este periodista en aquel entonces, las denuncias no fueron livianas, y fueron acompañadas por hechos casi siniestros, con la teatralización de situaciones en las que se simulaban "intentos de matar" a la madre, que eran literalmente fabricadas para un chico que entonces tenía seis años.
"Todos los informes lo negaron , y quedó en claro que se utilizaron los servicios de protección a víctimas de violencia para asustar a un niño, que después de la intervención penal, se re-vinculó con el papá, pero, que pese a no existir ningún tipo de riesgo, hoy sigue siendo rehén de lo que generaron las falsas denuncias de violencia", sostiene "L" , con pesar y tal vez, bronca.
"Hoy, se ganó una batalla impresionante, que dejó al descubierto las falencias del Poder Judicial , la mala praxis en las intervenciones, y la mala utilización de la perspectiva de género en favor de alguien que eligió los intereses personales por encima de los derechos de su propios hijos", asegura.
Estos capítulos de la historia, han finalizado. La historia grande sigue, exhibiendo crudamente un mundo muy imperfecto, en el que miles de niños no pueden compartir su niñez con sus padres. El mecanismo más utilizado es el de simples denuncias, que generalmente no son investigadas: la costumbre, rápida, ha hecho crecer la falsedad como insignia en la mayoría de ellas.