Con la soberbia del caso, el mecánico le dijo: “Andá tranquila, quedó impecable”; pero eso sí, le recomendó que le hiciera mil kilómetros para que se asentaran los aros. La mujer se fue feliz del taller y emprendió, con el Clio, un viaje que mutaría en pesadilla.
“Salí a probarlo con mi padre, hacia la ciudad (rionegrina) de Chelforó, pero de repente explotó el motor y empezó a salir humo de color gris”, describió la mujer en la demanda que tramitó ante el Juzgado Civil N 21 de Villa Regina.
El Renault había estado dos meses en el taller y apenas 30 kilómetros en ruta. Entre indignada y angustiada, la mujer llevó el auto a remolque hasta el taller, donde el mecánico ensayó un verdadero catálogo de excusas, ninguna de ellas creíble, ni siquiera admisible. El sujeto dijo que no le reconocería el daño, le negó la factura y hasta la amenazó.
La mujer se fue, pero regresó con una escribana y con otro mecánico para retirar el Clio. Inició la demanda y una pericia mecánica descubrió que todo pasó porque el auto había quedado “fuera de punto”.
“Al revisar el motor del auto pude corroborar que estaba fuera de punto la correa de distribución entre el cigüeñal y el árbol de levas, produciendo la rotura de dos pistones; una de las válvulas se torció y la otra se cortó, dañando la tapa de cilindro, guías y válvulas”, afirmó el experto. El perito concluyó que “el trabajo (del mecánico) no ha sido el correcto, porque es imposible que un motor recién reparado se rompa en un lapso tan corto de tiempo y en tan pocos kilómetros recorridos”.
El mecánico fue condenado y tendrá que pagarle a la mujer una indemnización de más de 2.700.000 pesos, que incluyen el valor de reparación, el daño moral por “los padecimientos sufridos”, una multa por daño punitivo y una compensación por el tiempo que la mujer estuvo injustamente privada de usar su propio auto y obligada a buscar medios de transporte alternativos para ella y su familia.