En el basural de Cipolletti es todo muy precario. Los incendios son frecuentes, provocados o espontáneos. Este sábado, prendió el fuego en una montaña de cubiertas amontonadas. Se estima que son unas 3.000. Y se sabe que son muy difíciles de apagar: allí trabajaban los bomberos, mientras el negro y tóxico humo cubría el cielo de los barrios más cercanos, se expandía hasta la zona céntrica, y llegaba, incluso, hasta Neuquén.
Dos dotaciones de bomberos, y camiones cisterna del Municipio llevando agua hasta la zona, trabajaban arduamente. La principal dificultad era acercarse al lugar, por la alta temperatura. El fuego era intenso, las llamas crepitaban y el humo altamente tóxico, lo que también impedía acercarse según los caprichos del viento, que, por suerte, no era todavía muy intenso mientras se escribe esta crónica.
El basural de Cipolletti es el problema contaminante más grave que tiene esta populosa ciudad rionegrina. Los sucesivos intendentes vienen prometiendo una solución, pero la solución no llega. El hecho más frecuente es, precisamente, el fuego, que se enciende solo o provocado por alguien, en materiales que combinan plásticos, caucho, cartones, diseminados en un predio cada vez más complicado.
En esas circunstancias, construir una montaña de cubiertas de caucho no parece lo más indicado. Ahora quizá comience a evitarse, cuando ya es, notoriamente, tarde.