Rolando Figueroa volvió a marcar fuerte la cancha de la política en Neuquén, al decir, este lunes y con el intendente Mariano Gaido al lado, que si hubiera seguido el ritmo de gastos del gobierno anterior -el de Omar Gutiérrez- "no hubiéramos podido pagar los sueldos en mayo de este año".
No es una frase pronunciada al azar, en el contexto de reflexiones compartidas con Gaido acerca de déficits, ahorros, superávits, y otras delicias presupuestarias, que justifican el concepto de "buena administración" y la consecuente ejecución de obras públicas. Sugiere, más bien, una bajada de línea que reafirma el estilo propio, el concepto que pretende consolidar Figueroa antes de comenzar el tramo fuerte de la política, el competitivo, el año próximo.
En ese rumbo, la alianza política con Mariano Gaido se sostiene e incrementa. El argumento no es difícil ni complejo, pues tiene que ver con un modelo de Estado que circunstancialmente coincide, con énfasis en la obra pública, y ajustado control del gasto en la burocracia estatal.
También, en la diferenciación que comparten respecto del "modelo Milei" que se explaya desde el gobierno nacional. El superávit presupuestario como arma necesaria para la autodeterminación soberana, es una muy buena idea hecha realidad. Tanto Figueroa como Gaido se permiten disentir con el gobierno nacional en muchas cosas, no solo porque lo piensan así, sino porque pueden hacerlo.
En política, querer no siempre es poder; y poder...solo se tiene con autonomía presupuestaria.