Esta Semana Santa muestra en Neuquén una de las caras probables aunque no deseables del futuro inmediato, la de la conflictividad, justificada o no, en la pujante y contrastante región de Vaca Muerta. Hubo, este martes 15 de abril, tres expresiones públicas de diversos descontentos: la más llamativa estuvo, sin duda, en la ruta 7, entre Centenario y Neuquén. Allí, un pequeño grupo de familias protagonizó un bloqueo que "obligó" a desviar el tránsito por caminos secundarios.
El insólito bloqueo (hay que ver la facilidad con que se protagoniza un delito no castigado en la provincia, como el corte de una ruta) fue llevado adelante por representantes de unas 200 familias que habitan en el sector Ruca Antú, en la meseta, y que reclaman por la instalación de los servicios básicos. Es un reclamo con cierta calidad de añejo, pero que ahora, al calor de los dólares de Vaca Muerta, se ha potenciado y renovado. "No nos iremos hasta que venga una autoridad a atender el reclamo", dijeron, tranquilamente sentadas en sillas sobre la ruta asfáltica, dos de las manifestantes.
No fue el único hecho registrado este martes: en calle Talero, pleno centro de la capital neuquina, manifestaron su descontento empleados del Hospital Castro Rendón; y cerca de allí, marcharon por otras calles céntricas los municipales representados por Sitramune, el gremio principal de los empleados del municipio que gobierna Mariano Gaido.
¿Es posible que crezca la conflictividad este año en Neuquén? A la luz de estos hechos, no demasiados impactantes, pero sí sugerentes, podría anticiparse que es una posibilidad concreta.