Hace unos días todos nos enteramos que en el barrio “127 hectáreas” había una artista que estaba regalando a sus vecinos caricaturas pintadas en los postes de cemento. La historia nos llegó, nos dibujó una sonrisa y, cuando conocimos a la autora, nos enamoró.
Casi todas las noches Bettina Ortiz se pone un guardapolvo rosa, llama a sus dos perros y sale con pincel y acrílicos en mano a hacer un regalo a su barrio. ¿Cuál es el regalo? Coloridos dibujos animados en todos (si, todos) los postes de cemento del barrio.
Nos preguntamos cómo se le ocurrió tremenda tarea -ya pintó 80 y le faltan otros 50- y Bettina nos cuenta: “Empecé en el Barrio Nuevo, fuera de mi casa donde alquilaba, dibujé una pantera rosa. La gente que pasaba se paraba a sacar fotos y yo me dije: ´El día que tenga mi casa en las 127 hectáreas, lo voy a repetir ́.
Y así fue, hace 4 años se mudó al barrio y la pandemia (con el arrastre del confinamiento) la motivó a ponerse en marcha. “Hace cuatro años que vivo acá y no podía hacerlo por una cosa u otra. Y el 2020 con la pandemia me dije: `Arranco y termino la obra en todo el barrio y que cada uno tenga un dibujo`”.
“La reacción de los vecinos es maravillosa. Ayer vino un papá con una nena y se sacaban fotos y la nena me abrazó porque estaban los dibujos que ella quería. Ver el brillo de esos ojitos y la sonrisa es impagable”, comenta tan contenta como los chicos que se sacan fotos frente a los postes.
Bettina irradia alegría, orgullo y ni hace falta preguntarle nada que nos dice: “Yo me llevo la alegría del vecino, que camina el barrio y se le nota que está feliz por los dibujos animados. Ando con una sonrisa de oreja a oreja porque los vecinos se divierten… Tanta alegría, tanta emoción, un regreso a la infancia…”
“Estoy haciendo 4 o 5 dibujos por noche. Salgo a pintar con los perros y tengo que parar cuando se me acercan y me lenguetean porque ya quieren volver. La idea es que todo el barrio tenga su dibujo animado. Me faltan entre 40 y 50 postes”.
Terminamos la charla con la misma sonrisa de los vecinos de las 127 hectáreas y nos quedamos pensando en las historias vivas de nuestra ciudad, en personajes que embellecen las veredas con arte retro, en las miradas iluminadas de niños felices y en la belleza de nuestra profesión, que nos permite compartir estas movidas maravillosas.