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Clics Modernos, la marca indeleble de Charly cumple 40 años

Por qué el segundo y más icónico disco de la carrera del músico, editado en noviembre de 1983, cambió la historia del rock nacional.
Lunes, 06 de noviembre de 2023 a las 13:42

Para finales de 1982, Charly García había despedido su primer álbum “Yendo de la cama al living” con un show histórico en el estadio de Ferro. Las crónicas hablan de un caluroso concierto de 25 mil personas en Buenos Aires y una puesta en escena espectacular que terminó con el bombardeo de una ciudad de utilería montada sobre el escenario. Lo que sería el primer concierto de estas dimensiones realizado por un músico de rock argentino. La puesta de la multiartista Renata Schussheim consistió en "bombardear" aquello que había construido como escenografía: un grupo de rascacielos de cartón de 24 metros de altura que se alzaban al fondo del escenario.

Era diciembre de 1982, hacía pocos meses que la herida de la guerra de Malvinas intentaba, con un torpe torniquete, dejar de sangrar. Precisamente en "No bombardeen Buenos Aires", Charly hace una intro de teclados y rapea. Si, rapea. Un clic moderno, una precuela de lo que vendría con su nuevo lanzamiento.

 

Todo lo recaudado en ese show, o casi todo, fue a parar a alquilar un loft en Nueva York y comprar los juguetes musicales más novedosos de la época para componer en la ciudad de las luces, la más cosmopolita del mundo. Sintetizadores, samplers, grabadores y una caja de ritmo: la Roland TR-808, una leyenda de la música electrónica e ícono del house que estaba naciendo.

Los por qué los relata en una increíble entrevista publicada por la revista La Semana, el 8 de agosto de 1983.

“Llegué a Nueva York hace dos meses. Vine a comprar nuevos instrumentos. Estuve diez días y me fui a Los Ángeles, donde están Pino MarronePedro AznarGustavo Santaolalla y otros músicos argentinos trabajando desde hace algún tiempo. Ahí me picó el bichito de quedarme a vivir una temporada en Estados Unidos. Y aquí estoy. Me moviliza el afán de participar, de integrarme a los movimientos artísticos de Nueva York. No por la vía de las grabadoras, sino tocando en pubs, con grupitos y esas cosas. En síntesis, vine a empezar de nuevo. Además, quería aislarme de lo que en Buenos Aires me estaba asfixiando. Porque los músicos que tienen algún suceso, como me pasó a mí, tienen dos opciones: o seguir a toda máquina, o cortarla y tratar de cambiar. Yo decidí cambiar, estar en un lugar donde nadie me conoce, donde puedo tocar gratis en una plaza si se me canta. Tengo un inmenso escenario a mi entera disposición, y todas las horas del día y de la noche. El escenario se llama Nueva York, decía Charly entonces.

La entrevista no tuvo un periodista presente, consistió en grabarse en una cinta y enviarlo por correo a una revista, como una especie de monólogo, de vomitar conceptos, casi dando explicaciones.

Charly García y Joe Blaney (productor de The Clash), durante la grabación de Clics modernos. (Foto: Uberto Sagramoso).

Así continúa: “Yo quiero hacer la música que me sale del corazón. Y en Buenos Aires pretendían que me convirtiera en un hombre público, que hiciera declaraciones políticas a cada rato, que me jugara y dijera cosas que fueran vendibles para un diario o una revista. Realmente, por eso estoy aquí. Quiero volver a hacer música de inspiración pura. Allá me chupaban más energía de la que recibía. Y eso nada tiene que ver con mi público. Los que me siguen saben que voy a volver con algo realmente bueno. Son los que escuchan mi música quienes saben que lo que yo brindo es un acto de amor y de comunicación”.

“En Buenos Aires estaba sufriendo. No por las cosas materiales, sino por la falta de comunicación con la gente. Porque la gente allá está muy down. Hay una falta de fe increíble. Nadie cree en nadie. Eso nos está convirtiendo cada día en un poco más tontos. En suma, estoy aquí para ver si puedo dar una vueltita más de tuerca. Necesito alimentarme de ideas nuevas. Yo tengo una canción que se llama Los dinosaurios y dice: ‘Cuando el mundo tira para abajo, es mejor no estar atado a nada’. Y esa es mi filosofía. Yo soy un tipo que se siente bastante solo, y cuando siento que muchas cosas me están agarrando, me siento mal. Prefiero ser una pequeña unidad móvil que se desplaza”.

Portada del disco Clics modernos. (Foto: Uberto Sagramoso)

 

LA GRABACIÓN

Charly García flotaba en un majestuoso estado de gracia: tenía 31 años. Además de lo contado en la entrevista, el talento chocaba con la tecnología. Los niveles de producción en estudio en Argentina estaban por debajo de los estándares. Junto a su manager, Daniel Grimbank, deciden que para entrar en el mercado español y de ahí lanzarse, necesitaban subir la calidad de la grabación de su próximo álbum. Fueron por lo mejor: el Electric Lady, estudio top de Nueva York, que salía 250 dólares la hora. Y así lo cuenta: “Voy a los estudios Electric Lady y les digo: ‘Quiero alquilar the best, alquilarlo’. El dueño me dice: ‘¿Tu padre es rico o qué?’. Yo le muestro la plata y me pregunta: ‘¿Un café?’, además de darme una lista de ingenieros, el último de los cuales era Blaney. Lo llamé y apareció al otro día.”

Joe Blaney era nada menos que el productor de The Clash. Y se encargó inmediatamente de Clics Modernos. Los músicos sesionistas los eligió García, que contó para eso con la ayuda de Pedro Aznar, ya instalado en Estados Unidos desde su salida de Serú Girán. Un inconveniente surgía para empezar a grabar: no daban con ningún baterista acorde a las exigencias de Charly.

“Al otro día no me quedó otra que poner una batería electrónica TR-808 y grabamos ‘Nos siguen pegando abajo’, y se armó. Blaney se dio cuenta, todos nos dimos cuenta, y seguimos con máquinas. Es el primer disco que tiene un sample de James Brown”, recuerda.

 

La esquina de Walker Street y Cortlandt Alley en Nueva York será renombrada oficialmente como “Charly García Corner”. 

 

Clics modernos se sumaba a la energía renovadora que acompañaba a la música new wave y su actitud revisionista, reciclando algunos postulados del rock en versión contemporánea. La clave: sintetizadores al frente y el bit de la batería electrónica. Pero con una particularidad argenta. No es casualidad la relación de ese tono bailable del disco con la fiesta democrática celebrada en la nación con el fin de la dictadura más sangrienta.

Clics modernos aparece el 5 de noviembre de 1983 y el lanzamiento incluye una gira nacional con escala porteña durante cuatro noches. Se presentó el 15, 16, 17 y 18 de diciembre en el estadio Luna ParkWilly IturriPablo GuyotAlfredo Toth, Daniel MelingoGonzo Palacios, Fabiana Cantilo y Fito Páez son los elegidos para acompañar a García. Un verdadero dream team.

La escritora Mara Favoretto ensaya en Charly en el país de las alegorías (Gourmet Musical, 2014) que Clics modernos "marca un cambio fundamental en su obra, una bisagra que denota un antes y un después. Está más suelto, más rockero, menos 'encerrado entre la cama y el living' y se torna mucho más punzante en sus críticas".

Pero, aunque los tickets de sus presentaciones volaban, el disco no fue bien recibido por el público acostumbrado a sus melodías anteriores. Las críticas en diarios y revistas especializadas tampoco lo resaltaban.

Finalmente, como suele pasar con obras rupturistas, el álbum fue digerido hasta transformarse en el más valioso del músico. Tanto que fue votado en la edición argentina de la revista Rolling Stone como el segundo mejor disco de la historia del rock, apenas detrás de Artaud de Pescado Rabioso.

 

El afiche de los shows en en Luna Park en diciembre de 1983. 

 

TRANSAS

Una canción que despierta curiosidad es "Dos cero uno (transas)", donde Charly relata la historia de alguien "que se cansó de hacer canciones de protesta y se vendió a Fiorucci". Pero ese alguien es él mismo, en una ironía desafiante.

 

 

Estaba refiriéndose al recital citado de Ferro, show que había sido sponsoreado por la marca de jeans Fiorucci y que levantó airadas críticas en aquel momento con las previsibles acusaciones de haberse vendido. "Me acuerdo que a Charly no le gustó la idea (del sponsor)", cuenta Grinbank en el libro Esta noche toca Charly, "pero aceptó fundamentalmente para no subir los precios de los tickets".

García analizaría más adelante: "Crear es tomar decisiones y elegir. Y cuando elegís, a veces, necesitás un apoyo financiero”. Y deja éste cierre, en esa nota de agosto de 1983:

“Pero ni la fama ni el ruido ni el dinero me atraen demasiado. Mi trip es llegar a los 60 años y seguir tocando el piano, poder educar a mi hijo, ayudarlo a que busque su felicidad. Yo digo en una de mis canciones: ‘No me quiero atar a nada’. Y lo vivo así: uno no se puede atar a los militares, a la oficina o a la droga. Porque es un viaje de ida y sin retorno. Chau, pibes: doy las gracias a La Semana por permitirme hablar con ustedes, directamente y sin subterfugios. La corto aquí porque se está terminando la cinta. Me gustaría hacerles escuchar un tema que tengo en mente”.

Todo muy García. Todo muy moderno.

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