En medio de tanto desastre natural, y asqueados de ver cómo se quema la cordillera, una buena para el lado de la naturaleza. En esta nota celebramos que Tierra del Fuego comenzó el 2025 con un nuevo compromiso con el medio ambiente. Porque con la reciente sanción de la "Ley de Lineamientos generales para la conservación y el manejo sostenible de los bosques marinos de macroalgas" en diciembre de 2024, la provincia dio un paso firme para proteger sus bosques sumergidos y garantizar un equilibrio entre desarrollo humano y sustentabilidad marina.
Esta ley, llegó para proteger las acrocystispyrifera, estas macro algas más conocidas como “cachiyuyos”. Y la unanimidad en la aprobación de la ley fue un logro importante que colocó a la provincia fueguina en el mapa de la acción ambiental global.
¡Aguanten los Cachiyuyos! Aguanten, por favor
Estos bosques submarinos albergan una biodiversidad que es la columna vertebral del ecosistema marino y funcionan como zonas de cría, guardería o áreas de desove de peces, promoviendo gran cantidad de fauna. Son el hogar de especies clave como la centolla y el centollón, fundamentales no sólo para la biodiversidad, sino también para la economía y la identidad gastronómica local.
Los datos no dejan margen para la indiferencia. Estudios recientes indican que cerca del 40% de los bosques oceánicos del mundo han desaparecido en los últimos 50 años, arrasados por el impacto del cambio climático, la contaminación y la sobreexplotación. Sin embargo, los bosques de macroalgas del sur de Argentina han resistido, convirtiéndose en un bastión y una pieza clave en la lucha contra la crisis climática.
Ángeles de la Peña, coordinadora de la Fundación Por El Mar en Tierra del Fuego, refuerza esta idea: "Algunos modelos predictivos estiman que las aguas en esta zona se van a calentar más lentamente que en otras partes del mundo y, por eso, la región podría ser un refugio climático para este ecosistema".
Es Ley
La Ley de Lineamientos generales para la conservación y el manejo sostenible de los bosques marinos de macroalgas, no solo busca conservar, sino también innovar.
En lugar de fomentar la extracción directa de algas, como ocurre en otras latitudes, la norma promueve la alguicultura sostenible. Este método implica cultivar Macrocystispyrifera sin alterar los bosques nativos, garantizando su regeneración y evitando la sobreexplotación. "Se trata de desarrollar la actividad y técnica de cultivo con un enfoque ecosistémico", explica el texto de la ley, que aspira a sentar las bases de un modelo productivo alternativo y respetuoso con el entorno.
La iniciativa fue acompañada por un marco normativo más amplio, que incluyó la aprobación de la Ley Marco de Protección Ambiental en materia de Incendios Forestales, consolidando el compromiso fueguino con la sostenibilidad.
La participación activa de instituciones como el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC-CONICET) y la Fundación Por El Mar, además de un firme respaldo político y social, demuestra que esta legislación es el resultado de un esfuerzo colectivo.
Somos ricos
Los bosques de macroalgas no solo resguardan la biodiversidad; también son aliados en la lucha contra el cambio climático. Funcionan como depósitos del llamado "carbono azul", almacenando grandes cantidades de carbono orgánico y contribuyendo a mitigar el calentamiento global.
En 2022, una expedición científica exploró los bosques submarinos de la Península Mitre, documentando su riqueza y resaltando su papel como uno de los ecosistemas más inalterados y productivos del planeta.
A pesar de su importancia, estos bosques han sido históricamente ignorados, tanto en su explotación como en su preservación. Sin embargo, la sanción de esta ley los pone en el centro de la escena, subrayando su valor no solo para Tierra del Fuego, sino también para el mundo. "Estos ecosistemas de vegetación costera contribuyen a mitigar el cambio climático al almacenar grandes cantidades de carbono orgánico a escala global", señalan los especialistas.
Con esta legislación, Tierra del Fuego no solo preserva su patrimonio natural, sino que también posiciona a la Patagonia como refugio natural y envía un mensaje al resto del país, haciendo que los bosques de macroalgas fueguinos se perfilen como un refugio climático y un modelo a seguir para la conservación y el desarrollo sustentable.