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Miércoles 23 de Abril, Neuquén, Argentina
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El fin de ciclo según la perspectiva Milei-Figueroa

Últimos días antes del cambio de gobiernos, en un país y una provincia con diferencias y similitudes.
Sabado, 02 de diciembre de 2023 a las 12:21

Es posible que lo más destacable de un fin de ciclo sea el comienzo de un ciclo nuevo; y que esta circunstancia sea la que toca vivir en esta semana del principio de diciembre de 2023, época crítica para una Argentina vapuleada por el fracaso. En el país, dejará el gobierno y partirá rumbo a España -país en el que ya lo espera su esposa Fabiola y el pequeño hijo de ambos, Francisco- ese remedo de presidente que ha sido Alberto Fernández. En Neuquén, protagonizará la mudanza de los ámbitos oficiales el gobernador Omar Gutiérrez, el mismo que puso en el parnaso de los imprescindibles a ese Fernández que visitó a Neuquén -en la residencia El Messidor- allá por los comienzos de la pandemia, agasajándolo con retórica y un chivito asado, al menos para la foto, por el intendente capitalino Mariano Gaido.

Gutiérrez dijo, aquella vez, que Alberto Fernández era el gran cuidador de los argentinos en la dramática contingencia sanitaria. El tiempo sepultó aquellos conceptos con más de 130 mil muertos, la pérdida transitoria de los derechos civiles, y una catástrofe económica todavía no plenamente dimensionada, que ahora enfrentará, a nivel nacional, el gobierno del novato Javier Milei, y a nivel local, el del aspirante a renovador estructural de la política vernácula, Rolando Figueroa.

El nuevo ciclo llega con tantas esperanzas como dificultades, y auspiciado por premoniciones grandilocuentes y funestas, según quien sea el autor de las profecías. La realidad suele ser menos espectacular, aunque más rigurosa, en su cansino devenir inexorable: lo más probable será que la insatisfacción social permanezca, al menos al principio, y, todavía peor, se agrave; mientras los nuevos gobernantes deberán recurrir a la acción más que a las palabras, pues de palabras están hartos los argentinos, mientras la patria se desliza entre los dedos como la milenaria arena de los grandes desiertos.

Más allá de las diferencias confesas en ideologías asumidas de distinta manera y diferente historia, hay una coincidencia entre lo que será el comienzo concreto del gobierno de Javier Milei y el inicio de la gestión del neuquino Rolando Figueroa: ambos terminan de armar, esta semana, sus equipos, con un gran afán pragmático y una fuerte apertura política hacia sectores que se pretenden concurrentes con el cambio. La intención, común, es que el ciclo nuevo se construya con lazos de continuidad suficientes como para no erigir un inestable castillo de naipes en medio del vendaval que atraviesa Argentina, sino, en todo caso, un modesto cimiento que garantice una construcción más o menos duradera.

Tanto al presidente nuevo como al entusiasta nuevo gobernador, les ocupa a nivel preferencial de la planificación de sus acciones, la cuestión económica vinculada estrechamente con la situación social, erosionada por la mala praxis del fracaso generalizado de los últimos cuatro años en el país. Habrá que ver hasta dónde Milei será consciente del malestar profundo de la sociedad argentina; mientras que Figueroa, se presume, tiene un mayor conocimiento de la sensación que atraviesa la sociedad neuquina, con la que ha estado conectado estrechamente desde la década del ’90 del siglo pasado hasta estos días fulgurantes. Figueroa ha transitado su camino político desde la modestia de ser un funcionario de segunda línea hasta protagonizar la centralidad casi absoluta de un proceso político, en un sprint final de velocidad y audacia sorprendentes. Esa característica también tiene puntos en común con el nuevo presidente, quien ha sorprendido al mundo venciendo a esa cuasi religión, el peronismo, con una carrera de apenas dos años de intensidad inédita.

El equipo de Figueroa, casi totalmente confirmado a esta altura, se distingue por la integración, a través de distintos referentes, de los sectores diversos que acompañaron su campaña, desde el peronismo hasta Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza. La intención es contrastar rápidamente con lo que se describe, puertas adentro, por ahora, como sustanciales fracasos de la gestión que se va. En particular, se buscaría terminar con un sonoro desbalance entre la retórica progresista, siempre exultante de adjetivos y neologismos, y una realidad que ha mostrado escasos resultados y abundantes deterioros.

Esto, cuando se refiere a áreas sensibles como la salud pública, o lo que en el siglo pasado era conocido como el “bienestar social”, tiene ejemplos groseros; como la estafa en los planes sociales, el deterioro hospitalario, o el récord de femicidios… en medio de un crecimiento desmesurado de burocracia y oficinas atendiendo, presuntamente, la concreta vigencia de la violencia de género y el abandono de niños y adolescentes.

Poco puede decirse, a priori, sobre lo que efectivamente hará el gobierno de Figueroa para evidenciar un nuevo ciclo, y el fin del viejo. Por lo pronto, el establishment se ha ocupado de evidenciar una continuidad construida sobre la realidad de Vaca Muerta, con gestiones en común entre Figueroa y Gutiérrez, en Estados Unidos, país en el que, por ejemplo, se reunieron con la cúpula de la poderosa petrolera Exxon. Lo más promisorio para los yacimientos neuquinos, posiblemente, venga de la mano de una nueva política de precios, que se aplicaría sobre los hidrocarburos, para llevarlos a una progresiva equiparación con los vigentes a nivel internacional. En este sentido, se ha discutido más la cáscara (los posibles cambios societarios en YPF) que el fondo: habrá que ver si realmente se avanza en una política energética perdurable, que esquive la falsa disyuntiva de estatizaciones o privatizaciones, para ocuparse de lleno en el desarrollo pleno de infraestructura que posibilite la máxima utilización de los recursos.

En fin, se constatará muy pronto si es real el fin de ciclo… pues ese final sólo será concreto si comienza, efectivamente, un ciclo nuevo. Para eso, habrá que medir las acciones, más que las palabras.

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