Otra vez Vladimir Putin parece querer expandir la guerra que inició hace casi un año en Ucrania. Pero esta vez lo haría no a través de una guerra abierta sino buscando desestabilizar al gobierno de Moldavia. Por lo menos eso es lo que denunció Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, la semana pasada: dijo que los servicios de espionaje de su país habían interceptado documentos de Rusia que supuestamente mostraban que Putin planeaba un golpe de Estado en Moldavia.
Esa advertencia tuvo su primer impacto y pocas horas después cayó el Gobierno pro occidental de Moldavia. La renuncia de la primera ministra Natalia Gravilita y de su gabinete reveló la magnitud de la crisis interna que atraviesa ese país como consecuencia del impacto de la guerra en su vecina Ucrania. La llegada de refugiados, el aumento de precios y la crisis energética generan un fuerte descontento en la población.
Zelensky denunció un plan organizado por Putin para dar un golpe de estado atacando edificios estatales. Según la presidenta de Moldavia, Maia Sandu, Moscú viene intentando desestabilizar a su país desde hace tiempo.
Rusia rechazó las acusaciones y acusó a Zelensky de intentar generar un clima antiruso buscando distaraer a la población en Moldavia de los problemas generados por su propio gobierno. John Kirby, portavoz del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca aseguró que "las informaciones son profundamente preocupantes”, avalando la denuncia de Zelensky acerca de la operación rusa en Moldavia.
Recordemos que Moldavia quiere entrar a la Unión Europea y que tiene soldados en su territorio, en la región separatista prorrusa de Transnistria.