El precio de la canasta básica de pobreza en Argentina continúa en aumento, y esto genera grandes distorsiones a la hora de percibir remuneraciones y también de pagar tributos. En octubre se incrementó en un 5,7%, llegando al monto de $ 49.911,60: ese es el monto necesario no ser pobre.
La incoherencia viene de la mano con lo cercano de esa cifra, al valor del mínimo no imponible para pagar Ganancias. Esto significa que basta contar con un salario un poco superior al valor de la línea de pobreza para quedar alcanzado por el impuesto a y que, los que ya fueron alcanzados, paguen más. El tributo, que prometieron modificar todos y cada uno de los gobernantes, pero que nunca se termina tocando de manera significativa, se lleva un extra importante de los ingresos de los trabajadores.
Este año el mínimo no imponible se ajustó en enero un 44,27%, por debajo del 53,8% de inflación de 2019. Así, con salarios en términos reales más bajos (cayeron más del 15% en los últimos 3 años) el peso de Ganancias en los sueldos de los trabajadores es mayor. En consecuencia, se empieza a tributar Ganancias a partir de ingresos reales más bajos. Dicho de manera más directa y simple: se produce el absurdo de pagar o pagar más por el impuesto a las Ganancias ya no por tener ingresos reales más altos sino más bajos.
El mínimo no imponible se actualiza una vez por año y por el RIPTE (Remuneración Imponible de Trabajadores Estables) que es un índice salarial promedio que elabora Seguridad Social que, en los últimos años, fue evolucionando por debajo de la inflación, y esta es una de las causas de la distorsión. Una solución, ante un panorama tan cambiante, sería actualizar el mínimo no imponible por la inflación cada 6 o hasta cada 3 meses.