En 2021, el diputado y actual candidato a la presidencia, Javier Milei, se definió como “un liberal libertario" y filosóficamente, "anarquista de mercado”. Así, logró posicionarse como el principal contendiente de cara a las elecciones presidenciales del 22 de octubre próximo.
Esta postura quedó reflejada en "El camino del libertario" (enero de 2022), una recopilación de sus escritos y discursos en los que detalla la trayectoria que lo condujo a captar y entender el descontento de la sociedad hacia lo que él denomina la "casta política".
El economista de 52 años, desde hace algunos años viene ganando adeptos gracias a sus intervenciones en los medios de comunicación nacionales. Frente a una sociedad empobrecida y desencantada con la política, captó la atención en los más jovenes y ciertos sectores de la clase media argentina.
Con un discurso técnico pero incisivo y una férrea ortodoxia para con los principios teóricos de la escuela económica austríaca, (que tiene al premio nobel Friedrich Hayek como uno de sus principales exponentes), Milei propone un programa de reformas que él mismo denomina "plan motosierra" (en alusión a un fuerte recorte del gasto público).
Articulado en reformas que él llama de "primera, segunda y tercera generación" constituye, junto a la propuesta de dolarizar la economía, el eje central de su propuesta de gobierno. Pero, ¿cuáles son los principios del libertarismo?
Según la Enciclopedia Filosófica de la Universidad de Stanford, "un libertario admite que se puede obligar justificadamente a las personas a hacer ciertas cosas, la más obvia abstenerse de infringir la libertad de los demás. Sin embargo, un libertario considera inaceptable que se pueda obligar a nadie a servir a otros, ni siquiera si es por su propio bien”.
Los orígenes históricos de esta corriente se encuentran en la Ilustración, que surgió en la mitad del siglo XVIII y se extendió hasta los primeros años del siglo XIX en Europa.
Durante este período, pensadores como el francés Montesquieu, el británico John Locke y el escocés Adam Smith comenzaron a desarrollar teorías e ideas que cuestionaban la antigua -y entonces predominante- creencia de que un grupo de individuos podía imponer sus deseos sobre otros, ya fuese por herencia o motivos religiosos.
Sin embargo, no se limitaron a desafiar las instituciones monárquicas y clericales, sino que, una vez constituída la república y el estado de bienestar, abogaron por la no intervención estatal en la vida cotidiana de las personas y, sobre todo, en las transacciones económicas. Este rol le corresponde al mercado, cuyos actores conducirán hacia el beneficio general de la sociedad, a pesar de que cada individuo esté persiguiendo su propio interés egoísta.
La competencia generará, según el economista Adam Smith, una espiral de desarrollo impulsada por quienes buscan ofrecer bienes y/o servicios de mayor calidad al prójimo. Una cita muy recurrente en el discurso de Milei, quien se define a sí mismo como "liberal libertario". La primera es una escuela del pensamiento económico, la segunda es una doctrina política.
Esta teoría, llamada "la mano invisible" sería una de las piedras fundacionales del liberalismo y plantea que, en un mercado competitivo y libre, las acciones de los individuos que buscan maximizar su propio bienestar económico terminan generando un equilibrio y una asignación eficiente de recursos en toda la sociedad.
Incluso los más ortodoxos como el estadounidense Murray Rothbard, en quien Milei se inspiró para nombrar a uno de sus perros, plantea una visión extremadamente limitada o incluso nula del papel del Estado en la sociedad. Sus escritos y teorías sugieren que el Estado debería ser drásticamente reducido o eliminado por completo en muchas áreas de la vida. Rothbard considera que el Estado es inherentemente coercitivo y que su monopolio en el uso de la fuerza socava la libertad individual. En su obra, argumenta que la mayoría de las funciones y servicios que tradicionalmente se atribuyen al Estado, como la educación, la seguridad y la regulación económica, podrían ser mejor atendidos por medios voluntarios y descentralizados en una sociedad basada en la propiedad privada y el respeto mutuo.
Citado por la BBC, el filósofo estadounidense Jason Brennan, afirmó en un artículo para la Escuela Austriaca de Economía e Ideas de Libertad: “Los libertarios creen que el respeto por la libertad individual es el requisito central de la justicia. Creen que las relaciones humanas deben basarse en el consentimiento mutuo. Los libertarios abogan por una sociedad libre, de cooperación, tolerancia y respeto mutuo”.
En Argentina, esa definición fue reformulada por Alberto Benegas Lynch, según Javier Milei, el máximo exponente del pensamiento liberal del país: "El liberalismo es el respeto irrestrico del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada".
"Yo considero al Estado como un enemigo; los impuestos son una rémora de la esclavitud. El liberalismo fue creado para liberar a las personas de la opresión de los monarcas que, en este caso, sería del Estado y la casta política", declaró Milei en un canal de televisión luego de ganar las elecciones PASO con poco más del 30% de los votos.
¿Cuáles son las implicaciones prácticas de adoptar el pensamiento libertario?
Debido a su defensa del libre mercado, la promoción de la propiedad privada y la preferencia por un gobierno reducido con funciones específicas, los libertarios muchas veces son posicionados a la derecha del espectro político.
No obstante, ciertos elementos esenciales de su ideología fueron adoptados por fuerzas de izquierda. La promoción de la libertad individual, especialmente en cuestiones relacionadas con la sexualidad y el consumo de sustancias, y el enfoque en la no violencia, son algunos de los ejempos más destacados.
Milei ha enfatizado que en caso de asumir la presidencia en Argentina, el tema del consumo de estupefacientes no ocupará un lugar central en sus preocupaciones. “Si vos te querés drogar, drogate, siempre y cuando yo no tenga que pagar la cuenta. Ahora, si te vas a drogar y yo tengo que pagar la cuenta, no voy a querer que consumas", expresó.
Sin embargo, las críticas principales hacia el economista, además de los recortes y el cierre de ministerios y secretarías enteras, que él mismo llama como "el ajuste a la política", se concentran en su postura frente al aborto.
"Estoy en contra del aborto, porque creo en el proyecto de vida del prójimo. La mujer puede elegir sobre su cuerpo, pero lo que tiene dentro del vientre no es su cuerpo, es otro individuo", declaró el aspirante presidencial. Para muchos disidentes, esta postura entraría en conflicto con la libertad de decisión que pregona el libertarismo, en este caso de la mujer embarazada.
Si cumple o no sus promesas, es algo que sólamente sabremos luego del 22 de octubre, cuando se lleven a cabo una de las elecciones presidenciales más polarizadas de la historia moderna argentina.