“Es una enfermedad que te liquida, me curé hace tres días pero me siento muy cansado. Hago tres pasos y siento que no puedo más”, relató Diego Ahumada, el neuquino que vive en los Estados Unidos que contrajo coronavirus junto con su esposa y su pequeño hijo en un avión, de regreso de un viaje a Brasil. De los tres, fue el único que padeció serios problemas respiratorios que logró superar sin la necesidad de un respirador artificial. Contó, por videoconferencia con AM550, la experiencia de haber tenido coronavirus y curarse.
“Creo que me contagié en Brasil el mes pasado cuando nos fuimos de vacaciones. Cuando empezó todo esto –la declaración de pandemia-, en Rio de Janeiro comenzaron a cerrar todo, y vimos que ya no valía la pena seguir allí, entonces nos volvimos. Estoy seguro que nos contagiamos con mi mujer y mi hijo en el avión, porque fueron nueve horas de vuelo donde había mucha gente tosiendo. El avión es un foco infeccioso, y hay que evitar los lugares donde se junte gente”, comenzó su relato Ahumada.
Una vez en su vivienda de la ciudad de Moscow, en el estado de Idaho, Ahumada comenzó con los primeros síntomas. Fiebre, dolor de garganta y, a partir del octavo día, las periódicas crisis respiratorias. “Es la etapa más complicada de la enfermedad. Los ataques de falta de aire vienen por oleadas que duran unos tres días, por lo general entre los días ocho y once de la enfermedad, y son muy repentinos. Por lo general ocurren de noche y eso te deja sin poder dormir. Es agotador. Después del primer ataque te cansas y después viene el segundo ataque y te cuesta recuperarte y después el tercero. Yo pensaba que si tenía otro ataque no lo iba a superar”, recordó.
Sólo en dos oportunidades debió concurrir al hospital. “Fui con una crisis respiratoria y cuando llegaba, se me pasaba y me mandaban nuevamente a casa. No es que uno se enferma y va al hospital. En el hospital lo único que pueden hacer es que cuando ya no podes respirar, te conectan a un respirador. Pero cuando llegas ahí (lo mejor sería no llegar a eso) seguir viviendo es casi una lotería”.
Según su experiencia, la fortaleza física y la anímica van de la mano y son sumamente importantes y determinantes para poder superar la enfermedad. “El estado psicológico es el 50 por ciento, porque la enfermedad tiene la etapa de las crisis respiratorias en la que uno, indefectiblemente, piensa en la muerte, porque las estadísticas dicen que la gente se muere. Si uno no se impone la certeza de que va a estar bien o una consciencia de que están pasando cosas que son parte de la enfermedad, o la fe, se te puede complicar mucho. Te desesperas, te dejas llevar por esa desesperación y no contas el cuento”, relató.
Si bien ya no tiene síntomas desde hace tres días, su alta médica no es un trámite sencillo. “No están preparados para atender a la gente que ya se curó, porque tienen un grave problema: te hacen el test molecular, mediante el isopado nasal, para analizar si estas contagiado, pero no te hacen el serológico para establecer sus anticuerpos. Por lo tanto yo estoy curado, no tengo los síntomas de la enfermedad, pero nadie me ha dado el alta”.