La madrugada del pasado miércoles, la comunidad se vio conmocionada por un terrible acto de violencia que afectó al taxista neuquino Diego Rojas. Durante el ataque, ocurrido durante su jornada laboral, un joven pasajero realizó tres disparos que hirieron gravemente a Diego. La violencia del ataque no solo dejó secuelas físicas en el taxista, sino que también generó marchas y reclamos de sus compañeros en la ciudad. Uno de los disparos aún permanece alojado en el cuerpo del afectado.
Mientras tanto, en el ámbito judicial, el juez Luis Sebastián Giorgetti tomó una decisión en relación al acusado del ataque. Atendiendo a la solicitud de la fiscal Paula González, el juez dictó una medida preventiva de tres meses para el presunto responsable, quien realizó los disparos contra el taxista. Inicialmente, la fiscalía había solicitado seis meses de preventiva, pero finalmente se estableció un plazo de investigación de cuatro meses. La decisión del juez se basa en la preocupación por el riesgo de fuga del acusado y la posibilidad de que pueda obstaculizar la investigación en curso.
"Para dar la preventiva, me di cuenta que había bastante evidencia en este caso, como por ejemplo, las huellas del acusado (Montoya) en las puertas del auto. También encontraron un morral dentro del taxi que tenía el DNI del acusado y varios cartuchos de bala", explicó el juez Luis Sebastián Giorgetti, en diálogo con AM550 y CN24/7.
EL ATAQUE QUE CASI TERMINA CON LA VIDA DEL TAXISTA
Montoya fue acusado por el delito de homicidio simple en grado de tentativa, en conjunto con amenazas coactivas agravadas por el uso de arma. La semana pasada, se presentó esta acusación ante las autoridades, señalando que el arma utilizada en el ataque aún no ha sido encontrada.
Según la teoría provisoria de los hechos, la noche del 19 de julio, Diego Rojas recogió a una pareja compuesta por el acusado Montoya y una joven de apellido Vivanco en la base de taxis de calles Sarmiento y Olascoaga. Todo parecía transcurrir normalmente hasta que, al avisar al operador de la base sobre su destino final, Montoya se alteró y creyó que Diego había alertado a la policía. La situación se volvió tensa, y Montoya comenzó a amenazar al taxista para que ignorara los semáforos en rojo y condujera lo más rápido posible. La joven también se sumó a las amenazas, advirtiéndole a Diego que cumpliera con lo que se le pedía, ya que su vida estaba en peligro.
El incidente se tornó aún más violento en la intersección de calle Pringles y Avenida del Trabajador, donde Montoya, continuando con sus amenazas de muerte, arrojó una lata de cerveza al taxista y apoyó el arma en su espalda. En un acto desesperado por salvar su vida, el conductor abrió la puerta del auto y se lanzó fuera del vehículo mientras este aún estaba en movimiento. Trágicamente, en ese preciso momento, el acusado gatilló al menos tres veces, y uno de los proyectiles alcanzó a Diego Rojas. La bala ingresó por su omóplato y quedó alojada en su cuello, en una situación que parecía imposible de sobrevivir. Sin embargo, por un verdadero milagro, el taxista sobrevivió al ataque.