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Viedma capital: por qué se frustró en su momento el Proyecto Patagonia

El Congreso sancionó la ley para el traslado y Río Negro cedía 310 mil hectáreas. Cómo fue el sueño de una capital patagónica del gobierno de Raúl Alfonsín.
Lunes, 14 de octubre de 2024 a las 09:15

El fervor del retorno a la democracia que llevó a Raúl Alfonsín al poder y la necesidad de un país Federal en serio, fueron las claves para aprobar la ley que legalizaba el traslado de la Capital Federal a Viedma. Justo unos meses después de que el Papa Juan Pablo II bendijera las tierras que surca el río Negro en sus últimos kilómetros.

En el contexto de la denominada primavera alfonsinista, surgió en 1986 un ambicioso proyecto que, aunque jamás se concretó, marcó un hito en la historia política del país. Se trataba de un plan para trasladar la Capital Federal de Buenos Aires a la región de la Patagonia, una propuesta que intentaba descentralizar el poder político y económico, y redirigir el desarrollo hacia una de las zonas más apartadas y ricas de recursos naturales del país.

El 30 de julio de 1986, el proyecto ingresó oficialmente al Senado de la Nación, en una Argentina aún golpeada por los ecos de la dictadura y en plena consolidación de la democracia. En ese momento, el Senado estaba controlado por el Partido Justicialista, lo que generó un primer obstáculo en términos políticos.

Juan Pablo II y el obispo Esteban Laxague en la visita a Viedma en 1986.

Sin embargo, el presidente Alfonsín logró abrir un espacio para el debate y, después de varios meses de discusión, el proyecto fue aprobado en el Senado el 25 de marzo de 1987.

Este ambicioso plan tenía una particularidad que lo distinguía de otros proyectos de descentralización: la creación de una nueva Capital Federal en la región patagónica, específicamente en un área de unas 490.000 hectáreas, que incluiría tierras de las provincias de Buenos Aires y Río Negro, y abarcaría además de Viedma y Patagones, a localidades como Guardia Mitre, Cardenal Cagliero, San Javier y el Balneario El Cóndor. De estas tierras, 180.000 hectáreas serían cedidas por Buenos Aires y 310.000 por Río Negro.

Tras su paso por el Senado, el proyecto fue remitido a la Cámara de Diputados, que en ese momento contaba con una amplia mayoría radical. El 27 de mayo de 1987, la propuesta fue finalmente sancionada como la Ley 23.512, lo que parecía consolidar una nueva etapa en la historia del país: la descentralización del poder político, económico y administrativo hacia una región que históricamente había estado relegada en cuanto a inversiones y visibilidad.

El proyecto, con sus intenciones de federalismo y desarrollo regional, no solo representaba un cambio geográfico, sino también una ruptura con el centralismo porteño que históricamente había caracterizado a la política argentina.

¿Por qué fracasó el traslado de la capital a Viedma?

Sin embargo, el sueño de una nueva capital patagónica comenzó a desmoronarse rápidamente. A pesar de algunos intentos por parte de Alfonsín y otros dirigentes políticos para reflotar la iniciativa, el proyecto carecía de los recursos y el consenso necesarios para llevarlo a cabo.

La falta de una infraestructura adecuada en la región y los desafíos económicos de la década del ’80, marcada por la hiperinflación y la deuda externa, hicieron inviable la concreción del plan.

Con la llegada de Carlos Menem a la presidencia en 1989, el proyecto perdió su principal defensor. A pesar de que el presidente nombró una nueva comisión en el ENTECAP (Ente Nacional para la Capitalidad Federal), encargada de llevar adelante la reubicación de la capital, la falta de interés y los problemas económicos del país llevaron a la disolución de dicho organismo.

Finalmente, el proyecto fue abandonado y, con el paso de los años, cayó en el olvido. A pesar de su fracaso, dejó una marca en la historia política argentina.

El sueño de descentralizar el poder hacia una región empobrecida y desatendida por el Estado central dejó una lección importante sobre las dificultades para ejecutar grandes transformaciones en una nación profundamente marcada por sus desigualdades regionales.

A lo largo de los años, algunos analistas han señalado que, si bien el proyecto no pudo concretarse, su impulso ayudó a visibilizar la necesidad de una mayor equidad en el desarrollo regional y, de alguna manera, abrió el debate sobre las tensiones históricas entre el interior del país y la capital.

Sin embargo, el proyecto patagónico nunca pasó más allá de la ley que lo sancionó, y la Capital Federal siguió anclada en Buenos Aires, como lo había estado desde su fundación en 1880.

El "Proyecto Patagonia" sigue siendo una de esas ideas visionarias que, por distintas razones, nunca pudieron superar las barreras políticas, económicas y sociales, que puso nuevamente en debate el gobernador de Chubut Ignacio Torres

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