En el marco de una serie de auditorías que el Gobierno nacional lleva a cabo en diferentes organismos estatales para reducir el gasto público, un insólito descubrimiento salió a la luz. En la sede central del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), ubicada en el barrio porteño de Palermo, detectaron que un empleado vivía desde hace años en la terraza del edificio, habitando una casilla en condiciones precarias.
Según confirmaron fuentes oficiales, el hombre desempeñaba funciones como encargado del inmueble. En la pequeña casilla que ocupaba se hallaron electrodomésticos básicos, muebles deteriorados y colchones, además de varios objetos acumulados en otras habitaciones del lugar. El Gobierno planea intimarlo para que se jubile mientras avanza con la venta del edificio, prevista para el próximo 23 de diciembre.
Este edificio, que será subastado, trasladará sus oficinas a la sede de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca en Paseo Colón 982. Por otro lado, el INTA anunció un plan de reorganización que incluye un exhaustivo relevamiento de las 70.000 hectáreas bajo su administración, muchas de las cuales están sin uso. Las medidas apuntan a vender propiedades o encontrar nuevos fines productivos para las tierras subutilizadas, con la implementación de cambios prevista para comienzos de 2025.
Además, el Gobierno busca incrementar la participación del sector privado en el financiamiento del INTA, pasando del 20% del presupuesto para investigación en 2025 al 30% en 2027. La reorganización también implica una mayor transparencia en los cerca de 1.500 proyectos de investigación que conduce actualmente el Instituto, que carecen de información clara sobre sus objetivos y avances.