“¿El fracking? Afuera de la zona productiva. Se acabó la joda”, la frase repercutió como una advertencia a la industria y a la actual gestión del gobierno provincial. En realidad, Martín Soria no apuntó a las actividades que actualmente se desarrollan en las ciudades de la Pera y la Manzana; todo lo contrario, el mensaje fue a las áreas bajo riego con gran potencial hidrocarburífero que aún no contempla el desarrollo intensivo de estas ciudades.
También llamó la atención el silencio “de radio” del gobierno provincial, la industria y los organismos técnicos que controlan la actividad. Al parecer, necesitan de “un Sindicato” para defender la industria. Tal fue la puesta en escena que el Secretario General de Petroleros Privados y Senador Nacional por Neuquén, Guillermo Pereyra, debió salir al cruce de los dichos de un intendente, marcar territorio en defensa de “Vaca Muerta” y ocupar el lugar vacío en el escenario provincial de Río Negro.
Hasta aquí un juego de roles con libreto lleno de eufemismos y agresiones verbales al estilo de las novelas de los 80. En ningún caso se observan las fortalezas y debilidades que presenta la coexistencia de ambas actividades económicas; tampoco el abordaje de las oportunidades y amenazas que conlleva una política de convivencia. El libreto no contempla la real situación de las ciudades, las economías locales, el cuidado ambiental, la distribución de la riqueza ni el respeto por las actividades frutihorticola e hidrocarburífera de la zona. Solo existe la fuerza verbal sobre la inteligencia y la razón.
Para entender, Allen aprobó en el año 2017 un Plan Rector que establece condiciones de coexistencia entre el desarrollo urbano, rural y la actividad extractiva. Es la única ciudad del Alto Valle que ordenó el desarrollo de la actividad bajo un criterio de “convivencia”. Por ejemplo, el plan contempla distancias mínimas entre áreas destinadas a la construcción de locaciones y áreas de protección rural o urbana con limitación de la actividad extractiva, las líneas de conducción de los pozos deben soterrase sobre las márgenes Sur y/o Este de las calles para no interferir con los servicios o la futura implementación de ellos que van por las márgenes Norte y/u Oeste. Para el cruce de canales de riego existe una “ventana de tiempo” en donde la operadora debe concentrar los trabajos en el periodo de otoño-invierno para no afectar el riego, y así podríamos enunciar una cantidad de normativas que demandó tiempo, conocimiento, adaptación de normas de otros países a la realidad local.
Pero Allen no es solo la única ciudad en el mundo donde existe la coexistencia de una actividad con alto riesgo ambiental y social. Cuando la industria y los políticos hablan de Vaca Muerta y el desarrollo de No convencionales de Estados Unidos, en sus mensajes solo existen números de inversiones, producción y ganancias; jamás comentan como se conviven en las ciudades petroleras.
Intentemos mostrar que pasa en otros lados del mundo sin descalificar la riña de gatos. En el campo petrolero de Signal Hill (EEUU), ahora conocido como el campo petrolero de Long Beach, tenía la producción más importante por superficie ocupada entre el 2003 y el 2005. Para desarrollar y minimizar la importación de petróleo se decidió perforar en los patios de casas en el poblado de Signall Hill (California). La diferencia es el “respeto” que tiene la industria por el “vecino” y el cumplimiento de las normas que rigen la actividad.
Cuando alguien habla de Beverly Hills asocia a las series televisivas de familias millonarias, pero nunca se detiene a analizar de donde provienen esos millones y esa calidad de vida que “venden” en las tiras televisivas. Con ingresar a sitios web se visualizan torres de perforación camufladas en pleno centro de la ciudad y al lado de campos deportivos y edificios escolares. Casas con limusinas y aparatos de bombeo en sus jardines.
Es verdad, el ingreso del petróleo en zonas urbanas posibilitó el ascenso social de mucha gente que al día de hoy cuenta con equipos en cercanía de sus hogares. Es decir, el petróleo ayudó a la gente a elevar su calidad de vida y a establecer a California como uno de los principales estados productores de petróleo del mundo. La diferencia es la “distribución” de la riqueza en función de lo que cada habitante contribuye al desarrollo.
Pensar tener en la costa de los ríos Limay o Negro una operación petrolera sería impensada para la idiosincrasia argentina, y mucho menos para quienes viven y disfrutan de la naturaleza. En Island White, la empresa Occidental Petroleum Corporation construye varias estructuras frente a las playas que deben ser camufladas por palmeras para evitar, entre otros aspectos, la contaminación visual. Otro ejemplo es la vista aérea de la bahía de San Pedro, frente a Long Beach. El archipiélago Grissom es una de las cuatro islas de perforación petrolera que entre ellas contienen cerca de 1500 pozos frente a la ciudad, el puerto y la plena actividad que existe en Long Beach.
Existen infinidad de ejemplos de la convivencia de varias actividades económicas. El valor es el “entendimiento entre la sociedad y la industria”. En otros países las empresas saben que deben “coexistir” y que a una actividad dura como la extractiva deben sumar aspectos de creatividad, urbanismo y empatía con el medio, incorporando la actividad a la economía local de cada estado. No hace falta que un intendente “advierta” ni que un sindicalista patee el tablero. Solo hace falta humildad, conocimiento y respeto. Valores que en una pelea de gatos no existen. O quizás, ¿será cierto la frase de Perón que cuando los peronistas se pelean se están reproduciendo?.