Una de las huellas de zapatilla que tenía el rostro de Fernando Báez Sosa, el joven asesinado por una patota de rugbiers durante el verano en Villa Gesell, pertenecía a Máximo Thomsen.
De acuerdo con el resultado de las pericias scopométricas realizadas en el laboratorio de la Policía Federal Argentina de Mar del Plata, una de las dos improntas detectadas en el rostro del joven asesinado corresponde a una zapatilla "Cyclone", que a su vez coincide con las huellas de pie tomadas al rugbier Thomsen, detallaron los voceros.
"La Justicia siempre sostuvo al valorar el caso que se trató de una coautoría funcional, lo que significa que todos los acusados hicieron un aporte indispensable y que cada uno de esos aportes llevó al resultado muerte, al homicidio. No hubo una sola patada mortal sino que todos los golpes fueron mortales", expresó otro vocero vinculado a la causa al referirse a la responsabilidad de los ocho rugbiers detenidos.
La fiscal de la causa, Verónica Zamboni, titular de la Unidad Funcional de Instrucción 5 gesellina, para poder completar el peritaje, ordenó la toma de nuevas huellas plantares de los ocho rugbiers detenidos en la Alcaidía de Melchor Romero, para determinar el tipo de pisada y precisar cuál de ellos es el dueño del calzado que impactó la cara de la víctima.