Los ladridos desesperados en plena madrugada alertaron a los vecinos. Y aunque esperaron unos minutos pensando que se iban a tranquilizar, cada vez estaban más nerviosos, por lo que uno decidió asomarse a la ventana de su casa. El panorama fue sorprendente. A una distancia prudencial, por no reconocer al animal que se arrastraba por el asfalto, los perros estaban sumamente alterados y de a poco se acercaban a su presa.
Cerca de las 4.10 de la mañana, en la guardia de la Comisaría 10° de San Antonio sonó el teléfono. Acostumbrados a las denuncias por fiestas clandestinas, los policías pensaron que otra vez debían ir a algún domicilio a convencer a los jóvenes que abandonen las juntadas. Sin embargo no se trató de ese tipo de conflicto, sino que pedían ayuda para poder rescatar a un lobito de mar que estaba literalmente encerrado por una jauría.
Inmediatamente un móvil de la comisaría llegó hacia la esquina de Dorrego y San Martín, a apenas 200 metros del muelle Helenio Arcángel y a unos 800 de la playa conocida como La Costanera. Luego se convocó a los Guardias Ambientales, para que organicen el operativo de rescate del animal, que a esta altura estaba en shock por el estrés que le había tocado vivir en su excursión por tierra firme.
En un primero momento los Guardias Ambientales provinciales lo rescataron y pusieron a resguardo con todas recomendaciones para lograr que el animal pueda volver al mar. Los especialistas lo revisaron y constaron que su estado de salud era bueno y solo estaba un poco asustado, por lo que se lo condujo nuevamente a la playa del camping del Club Náutico y vigilaron su retorno al mar. Prestaron atención especial a que su comportamiento sea normal y su posterior sumersión.